24 Jul Una torta para Simón Trinidad
Por: Teresita Luna y Andrea Bogotá.
– Mami, ¿Qué haces?
– Estoy tratando de escribir algo sobre Simón Trinidad.
– ¡Ah! ¿y al fin qué? ¿cumple años el 30 de julio o de junio?
– El 30 de junio, ha dicho su familia.
– ¡Yupi! Entonces lo podemos celebrar desde ya hasta el otro año.
– Mami, ¿podremos llevarle una torta de cambur?
– No creo, hijita, Simón está lejos y los gringos no la dejarían pasar.
– Entonces se la voy a pintar y así él podrá imaginar el sabor que más le guste. No creo que los gringos puedan encerrar la imaginación.
– Mami, ¿Trinidad era calvo desde chiquito?
– Nooo, en las fotos se ve muy peludito.
– Umm, pero no debió ser en la guerrilla que se le cayó el pelo. Mi papá dice que el gorro prevenía la calvicie, el sol y el chismorreo de aviones y abejas.
– Mami, ¿Simón Trinidad también tiene otro nombre?
– Si. El que le pusieron sus papás: Ricardo Juvenal Ovidio y el que se puso él: Simón Trinidad.
– Y, ¿por qué se puso ese nombre?
– Por El Libertador.
– ¡Claro! ¡Por Simón de la Santísima Trinidad…!
– Mami, ¿también a él, le daría teta Matea?
– No. Aliz, su mamá.
– ¿Y nació, como Bolívar, rico y con esclavos?
– No, pero vivía muy bien y su familia tenía algunos empleados.
– Mami, ¿por qué si Simón vivía tan bien se metió a la guerrilla?
– Porque no quiere niñez en las calles. Él quiere que todos y todas vivamos bien.
– Ah, entonces seguro también debe querer que los perritos, tengan comida y alguien que los quiera.
– Mami, ¿Simón Rodríguez fue su maestro?
– No, pero, aprendió mucho de Juvenal, su papá y de sus amigos Adán, Solís, Vladimir, Carlos, Hugo, Bertulfo, Jacobo, Manuel…
– Y de su mamá y sus amigas ¿no aprendió nada?
– ¡Claro, hijita! Aliz le leía muchos cuentos y aprendió de Rosa, Flora, Lucero, Mariana, Eliana, Olga, Estrellita, Katy, Lily…
– Mami, ¿Trinidad cabalgó por toda América con su espada libertadora?
– No, negrita, pero caminó por toda Colombia con sus botas pantaneras.
– ¡Uy! ¿y no se cansó?
– Sí, claro, igual que Bolívar, pero descansaba y volvía a caminar.
– Mami, ¿él se casó?
– Fuera de la guerrilla tuvo una esposa y dos hijos.
– ¿Y no le dio pesar dejarlos?
– Por supuesto, mi niña, se le rompió el corazón.
– Mami, ¿esa niña catirita[i] del internet es hija de Trinidad?
– Si. Es su hija Farela.
– ¿Y dónde está?
– En ese lucero, ¿lo ves? Está sentada balanceando sus pies descalzos, mientras su mami le canta un vallenato.
– Mami, ¿sabes qué vallenato es?
– Debe ser el que Katy nos dijo que Simón cantaba en las horas culturales.
– ¡Ah, ya sé! ¿lo cantamos juntas?
– ¡Listo! Y un, dos, tres, cua…
Mírame fijamente hasta cegarme,
mirame con amor o con enojo,
pero no dejes nunca de mirarme…
porque quiero morir bajo ‘e tus ojos.
– Mami, ¿Nos vamos ya a hablar con la gente?
– ¿De qué, mi niña? ¡Te dije que tengo que sentarme a escribir!
– ¡De Simón, mamá! ¡De Simón! ¡Vamos a traerlo de vuelta!
[i] Rubia, mona.