Relatos sobre Tierra y Vida # 2 La Tierra es vida, la tierra es Esperanza, la tierra es Paz

Relatos sobre Tierra y Vida # 2

La Tierra es vida, la tierra es Esperanza, la tierra es Paz La historia de reasentamiento de los firmantes de paz en Caquetá, Colombia

 

Itayosara Rojas Herrera
Mayo 2023

 

Relatos sobre Tierra y Vida es una serie de historias cortas alrededor de la tierra  y la vida. La serie hace parte del Proyecto de investigación RRUSHES-5. Para mayor información favor consultar el sitio web del proyecto https://www.iss.nl/en/research/research-projects/commodity-land-rushes-and-regimes.

La imagen de portada corresponde a una pintura del artista y activista filipino Boy Dominguez.

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La tierra ha sido un problema permanente a lo largo de la historia de Colombia. Si las personas que negociaron un acuerdo de paz, que llevaban 60 años en conflicto, firmaron un acuerdo de paz y no tienen tierras, ¿Qué garantías existen para el campesinado?

– Firmante del Acuerdo de Paz ¹

El gobierno colombiano ha proporcionado a los reincorporados y a sus familias algo que nosotros no hemos solicitado. Hemos hecho tres peticiones concretas al gobierno colombiano: garantías de seguridad, cumplimiento del Acuerdo de Paz y tierras. Además, hemos solicitado vivienda, pero nada de esto se nos ha concedido. En cambio, nos ofrecen algo que no hemos pedido: pistolas de 9 milímetros por motivos de seguridad. En otras palabras, nos proporcionan munición para planes de protección, intentando convencernos de que no nos harán daño. Sin embargo, esto no es lo que buscábamos en un principio. Nos proporcionan munición, mientras que lo que realmente necesitamos es vivienda y tierras. Parece que tendremos que pedir municiones en lugar de viviendas y tierra.

– Firmante del Acuerdo de Paz. ²

La firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) puso fin a medio siglo de violenta confrontación entre estas dos partes. Esto despertó esperanzas en quienes habían experimentado los efectos más nocivos de la guerra, como los campesinos, indígenas, afrodescendientes y habitantes de las zonas rurales en general. También dio esperanzas a quienes se habían alzado en armas por diversos motivos, y se atrevieron a firmar un acuerdo de paz. Parecía ser el punto de partida para detener los cien años de soledad a los que muchos colombianos hemos estado condenados y darnos una segunda oportunidad sobre la tierra, como diría Gabriel García Márquez.

Los medios de comunicación nacionales e internacionales detallaron cuidadosamente lo que llamaron la última marcha de las FARC hacia las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (Ver Figura 1). Estas eran zonas establecidas por el Acuerdo para que los antiguos miembros de la guerrilla dejaran las armas e iniciaran el proceso de desarme y reincorporación a la vida civil. De repente, los guerrilleros se convirtieron en celebridades, recibiendo visitas de personas de todo el mundo que querían ser testigos de primera mano del fin de la guerrilla más antigua de Occidente, como la llamó Eric Hobsbawm (1973). Sin embargo, desde el momento en que llegaron a lo que pensaban que eran lugares de reposo mientras dejaban las armas, su situación empezó a complicarse. Muchos de los que participaron en su última marcha fueron asesinados y, en otros casos, sus familias también. Firmar la paz equivalía a las cruces en la frente de los hijos del coronel Aureliano Buendía, asesinados uno a uno en una semana, como narra García Márquez en Cien años de soledad. Esta metáfora macondiana describe perfectamente lo que han vivido los firmantes del acuerdo de paz. Según la ONG INDEPAZ, 353 firmantes del Acuerdo de Paz han sido asesinados desde su firma hasta el 25 de abril de 2023.

A pesar de la incertidumbre, los antiguos miembros de la guerrilla de las FARC decidieron permanecer en las Zonas Veredales, cumpliendo su compromiso con la paz y, sobre todo, con grandes esperanzas puestas en la vida que les esperaba después de la guerra. Sin embargo, el exterminio físico de los miembros de la antigua guerrilla de las FARC amenaza con perpetuar la violencia. Además de la falta de garantías de seguridad para ellos y sus familias, la ausencia de acceso a tierras pone en riesgo su reincorporación política, social y económica en los términos que propone el tercer punto del Acuerdo de Paz (Equipo Negociador del Gobierno Colombiano y las Farc- EP 2016). A muchos de los antiguos guerrilleros no les gusta que les llamen “excombatientes”; prefieren el término “Firmantes del Acuerdo de Paz”. Consideran el Acuerdo de Paz como una continuación de su lucha y no como una rendición. Muchos de ellos se identifican como campesinos y cuando se les pregunta qué les gustaría hacer, responden que les gustaría cultivar y producir sus propios alimentos. Su conexión con la tierra y su vocación agraria no es casual. Se remonta al origen campesino de esta guerrilla, más exactamente en Marquetalia en 1964, donde establecieron el Programa Agrario de los guerrilleros y guerrilleras. Este programa preveía un modelo de organización social por el que se alzaron en armas durante más de 50 años. Como explica uno de los firmantes del Acuerdo de Paz:

El programa agrario tiene once puntos… Esos once puntos tienen que ver con el tema de la tenencia de la tierra, también tiene que ver con el tema de la titulación de la tierra, el acceso a la tierra, y también tiene que ver con el tema del campo, la parte rural, la tecnificación de la tierra, y todo lo que tiene que ver con el tema del agua potable, todo lo que se necesita para el tema de los cultivos, que son parte del programa agrario. ³

Aunque muchos miembros de las antiguas FARC recuerdan con orgullo sus orígenes campesinos y las raíces agrarias de su lucha, son conscientes de que los términos del Acuerdo de Paz no corresponden plenamente con la reforma agraria por la que lucharon mientras estaban armados. Como declaró uno de sus representantes, ahora congresista “Cuando firmamos el Acuerdo de Paz, siempre entendimos que la posibilidad de la paz en Colombia implica una reforma. Una reforma -en este caso, una Reforma Rural Integral- que no es la reforma agraria a la que aspirábamos”. 4

La cuestión de la tierra es fundamental para que podamos trabajar. Los que estamos aquí, no estamos pensando en ir a trabajar a la ciudad, en una oficina, en algo, no, la ciudad no es para nosotros…. Somos descendientes de campesinos, de gente trabajadora, que sabe cultivar la tierra y en eso nos centramos. Entonces, para nosotros el tema de la tierra es fundamental, pero de ahí se derivan otras cosas, porque ¿Qué sacamos con tener la tierra y no tener la oportunidad de producirla? Aunque consigamos producir, no tenemos un mercado garantizado para vender nuestros productos. – firmante del Acuerdo de Paz 5

Aunque el primer punto del Acuerdo de Paz incluye disposiciones para la asignación de 3 millones de hectáreas de tierra a campesinos sin tierra y la titulación de 7 millones de hectáreas, no está claro cómo podrán acceder a la tierra los firmantes del Acuerdo. A lo largo de las conversaciones de paz en La Habana, no se mencionó explícitamente una vía de acceso a la tierra para los excombatientes, en parte debido a la estigmatización de los guerrilleros y al clima político de las negociaciones. En consecuencia, los negociadores interpretaron que cuando los guerrilleros depusieran las armas, se convertirían en campesinos y, por tanto, tendrían derecho a los 3 millones de hectáreas de tierra ya previstos.

Pensábamos que el proceso de paz era un paso positivo, pero nunca previmos el alcance del sufrimiento que íbamos a soportar. ¿Y qué implica este sufrimiento? Entendemos que todos los seres vivos deben morir en algún momento, pero no de la forma en que nos están matando a nosotros… Entregamos nuestras armas con la expectativa de una vida mejor, con esperanzas de transformación. Sin embargo, les aseguro que todo ha sido increíblemente difícil. Nos hemos esforzado por obtener tierras, pero obstruyen continuamente nuestros esfuerzos por conseguirlas poniendo diversos obstáculos en nuestro camino. – firmante del Acuerdo de Paz 6

Debido a esta ausencia en el Acuerdo de Paz, los firmantes del mismo y sus representantes (responsables de hacer seguimiento de la implementación del Acuerdo) abogan por el reconocimiento del acceso a la tierra como aspecto crucial de su reincorporación socioeconómica. Como declaró uno de sus responsables de reincorporación: “Aunque no se menciona explícitamente en el acuerdo, es un requisito fundamental para el desarrollo propio de la reincorporación”.7 Esta ausencia no es menor y hoy amenaza el éxito de la reincorporación más amplia de los firmantes de la paz. Independientemente de todos los supuestos, la tierra para los campesinos sin tierra y firmantes del Acuerdo de Paz sigue siendo sólo una promesa.

Como se ha explicado la tierra y la cuestión agraria son componentes importantes de la lucha política de los firmantes del acuerdo, siendo la cuestión agraria y de la tierra una de las causas estructurales del conflicto (Fajardo 2015). Prueba de ello es que muchos antiguos miembros de las FARC se unieron a sus filas porque no tenían otras posibilidades de vida en el campo. No tenían tierras que cultivar, oportunidades reales de empleo, ni garantías mínimas de seguridad para continuar con vida en el campo. Muchos de ellos vieron y siguen viendo en el Acuerdo de Paz una oportunidad para hacer realidad su sueño de volver a vivir como campesinos en el campo, sueño que empieza por la tierra. Esta historia presenta la larga marcha hacia la paz de los firmantes del acuerdo de paz miembros de la comunidad Urias Rondón, que ahora viven en El Doncello Caquetá y destaca la importancia de la tierra para superar la guerra y alcanzar la paz.

Figura 1 Ubicación de los 24 Antiguos  Espacios Territoriales para Capacitación y Reincorporación

Fuente: Agencia para la Reincorporación y la Normalización ARN8

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Tierra para dejar las armas

Desde el inicio de las conversaciones de paz en La Habana, las complicaciones para la dejación de armas y la reincorporación de los antiguos miembros de las FARC empezaron a hacerse evidentes. Uno de los primeros retos fue definir los lugares de conteo, registro y control de estos miembros del grupo guerrillero, conocidos como ‘puntos de reagrupamiento’.9 Estos puntos de reagrupamiento fueron los primeros lugares donde los guerrilleros se hicieron visibles al público, ya que el escenario de la guerra y la lucha guerrillera exigía clandestinidad. Desde estos puntos, ex guerrilleros y ex guerrilleras comenzaron a trasladarse a las Zonas Veredales Transitorias para su desarme y reincorporación a la vida civil. Las complicaciones tuvieron que ver con garantizar que estos lugares cumplieran con las garantías mínimas de seguridad, pero también con la voluntad de los propietarios de las fincas donde se iban a asentar. Sin embargo, la mayor complicación de las Zonas Veredales es que inicialmente se concibieron como áreas transitorias, no como espacios que pudieran llegar a ser permanentes. Con el tiempo, se convirtieron en espacios de reincorporación más o menos permanentes, y el gobierno nacional introdujo nuevas políticas, transformando estas zonas en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR).

Los firmantes del Acuerdo de Paz dieron vida a estas zonas, que dejaron de ser meros espacios administrativos para la aplicación de las políticas de desarme, desmovilización y reinserción. En su lugar, se convirtieron en casi nuevos poblados rurales, donde empezaron a vivir no sólo antiguos miembros de la guerrilla, sino también familiares e incluso vecinos de los pueblos cercanos. Un firmante de la paz explica el crecimiento de estas nuevas comunidades de la siguiente manera:

Mucha gente se unió (a la guerrilla de las FARC) huyendo de situaciones difíciles en el territorio. Y cuando dejamos las armas, muchos encontraron a sus familias en la misma o peor situación. Por el entrenamiento de nuestra gente y la forma en que nos organizamos, esto generó confianza y así mucha gente terminó trayendo a sus familias. Y los niños perdidos de la guerra aparecieron y empezaron a aparecer y entonces esto creció de un momento a otro.10  

Por lo tanto, la urgencia de la tierra dejó de ser una cuestión individual para los “excombatientes” y se convirtió en una cuestión más amplia que implicaba a comunidades enteras.

El desplazamiento de la comunidad de firmantes Urias Rondón

Firmantes de paz y el gobierno nacional hicieron varios arreglos para lograr su reubicación. En el caso de la comunidad Urias Rondón, sus miembros fueron alojados en tierras que antes estaban bajo el control de la guerrilla, pero que fueron entregadas al gobierno nacional como muestra de la voluntad para cumplir con el Acuerdo de Paz. En el municipio de La Macarena, en la vereda Playa Rica, había aproximadamente 200 hectáreas de tierra que la antigua guerrilla entregó al gobierno nacional. De estas 200 hectáreas, 8 fueron destinadas a los firmantes del Acuerdo.  Hasta el momento no es claro qué pasó con las 192 hectáreas restantes, en qué están siendo utilizadas, qué se ha hecho con ellas o quién las tiene.

En 8 hectáreas de tierra vivían 103 familias de los firmantes del acuerdo de paz, lo que es menos que suficiente para cubrir sus necesidades. Así lo describe uno de los firmantes: Era una finca grande, sólo nos dejaron ocho hectáreas para trabajar y vivir. Bueno, ni siquiera era para trabajar, ni siquiera para vivir.11 Para garantizar la supervivencia de su comunidad, algunos de los firmantes empezaron a arrendar tierras a los vecinos para asegurar algo de comida e ingresos. Esto fue posible porque varios de los firmantes eran conocidos en la región y el arrendamiento de tierras era una práctica común entre los campesinos de la zona. A pesar de las malas condiciones en las que vivían en esta aldea del municipio de La Macarena, como la ausencia de agua potable y el acceso restringido a las tierras cultivables, permanecieron allí durante cinco años. También establecieron al menos 13 líneas de producción, tal y como describió uno de los líderes de la comunidad:

Teníamos una línea de producción que era un restaurante, alojamiento rural, cabañas turísticas, teníamos una panadería, teníamos un molino de panela donde producíamos panela, teníamos un proyecto ganadero y teníamos una carpintería, teníamos una tienda comunitaria, teníamos tres hectáreas de frutales… teníamos ochenta máquinas y todas estas cosas desaparecieron.12 

Los proyectos productivos establecidos en la vereda Playa Rica se perdieron como consecuencia del desplazamiento forzado. Antes del desplazamiento, cinco miembros de esta comunidad fueron asesinados. Los carros de seguridad que tenían los firmantes para su desplazamiento fueron quemados y fueron intimidados en varias ocasiones.  Estas constantes intimidaciones y ataques se deben a una reconfiguración de los grupos armados que permanecen dentro del conflicto armado, poniendo en riesgo la vida e integridad de los firmantes de la paz. En el caso de la comunidad Urias Rondón de La Macarena, el agravante fue estar ubicada en una zona geoestratégica para estos grupos armados (Funcionario del CNR13, comunicación personal, 24 de Marzo de 2022). La existencia de las antiguas Zonas Veredales, ahora Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), se traduce en la presencia y acompañamiento constante de instituciones internacionales y estatales. Esto no es bien recibido por los grupos armados que buscan obtener el control territorial de las zonas abandonadas por las antiguas FARC.

El viaje desde los llanos del Yarí al Caquetá

Tras constantes presiones, intimidaciones y hostigamientos, la comunidad se dirigió al gobierno nacional pidiendo garantías de seguridad y una solución duradera a su situación. La solución fue reubicar a la comunidad en otra zona. Así, el 17 de diciembre de 2021, los firmantes del Acuerdo de Paz y sus familias, alrededor de 106 familias del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación ‘Urías Rondón’ salieron de la vereda Playa Rica, en el municipio de La Macarena, Meta, y marcharon hacia el municipio de Doncello, Caquetá. La reubicación de la comunidad provocó enfrentamientos entre los firmantes y el gobierno nacional. El gobierno no reconoció la reubicación como desplazamiento forzado, ni ofreció las condiciones que los firmantes consideraban necesarias para su traslado. Un funcionario del CNR que acompañó el proceso de reubicación describe así los acontecimientos de ese día:

Llegó el día de iniciar la caravana humanitaria, con los camiones cargados de muebles y bienes para proyectos productivos, la caravana empezó a salir de La Macarena, Meta, en la zona del Yarí a las cinco de la mañana para dirigirse a Doncello. Hacia las 09:15 de la mañana se presenta un corte en la comunicación, pues la zona no cuenta con buena conectividad. Lo que ocurre es que aparecen en la carretera unos encapuchados en moto. Paran la caravana… la dividen en dos, dejan que una parte de la caravana avance y la otra se queda atrás. La parte que iba delante continuó, porque por razones de seguridad era mejor continuar y esperar en un punto a la parte que faltaba. Los que se quedaron atrás fueron intimidados por hombres armados, que atacaron concretamente al conductor de uno de los vehículos.  Sacaron al conductor del camión y lo quemaron. Esto envía un claro mensaje de control territorial desde nuestra perspectiva. Además, se hicieron disparos al aire. 14

Varios de los firmantes que se vieron atrapados en esta circunstancia buscaron refugio en fincas cercanas, esperaron a que los encapuchados se marcharan y continuaron la caravana hasta llegar finalmente a la finca San José, en el municipio de Doncello (Ver figura 2) y que tiene una extensión de 75 hectáreas. Según el gobierno, una familia que vive en esta zona necesita entre 74 y 114 hectáreas para sobrevivir 13. Esto significa que las 106 familias pertenecientes a la comunidad de Urias Rondón viven en una propiedad que apenas puede asegurar la supervivencia de una familia. En palabras de uno de los miembros de la comunidad: “No hemos resuelto el problema de la tierra, ni siquiera para uno, y somos 106 familias“.14 Por lo tanto, la tierra es una demanda urgente para los firmantes del acuerdo de paz. Estos luchan constantemente por acceder a la tierra, enfrentándose a muchas complicaciones.

Una de ellas es que los campesinos de El Doncello no están acostumbrados a arrendar tierras, por lo que los arreglos implementados anteriormente en La Macarena para acceder a la tierra no funcionaron en esta zona. Miembros de la comunidad de Urias Rondón cuentan con desesperación lo que significa no tener tierra:

 Así que las cosas en este entorno de falta de tierra para trabajar se vuelven muy preocupantes porque la gente no tiene nada que hacer y ya se sabe que si no tienes nada que hacer en la vida, te vuelves muy frágil, muy débil. Cualquiera puede convencerte de hacer cualquier cosa… Nos hemos hecho viejos y sólo sabemos labrar la tierra y manejar armas, eso es todo lo que sabemos. No nos dan trabajo en una empresa, no nos dan trabajo en ningún sitio porque en este país hay estigmatización, así que donde hay estigmatización no hay forma de trabajar. Nadie te mira y te ven como a una persona extraña. Esto nos preocupa.15

Figura 2 Entrada del Centro Poblado Urias Rondón, El Doncello Caquetá

Foto: Itayosara Rojas

 

Figura 3 Vista del centro poblado Urias Rondón

 

Foto: Itayosara Rojas

Según explican las y los firmantes, no tienen oportunidades laborales y la única esperanza que les queda es la tierra para cultivar. Si no hay trabajo, ni tierra, ¿Qué opciones quedan? Se trata de una situación grave que amenaza no sólo el acuerdo de paz con las FARC, sino también futuros acuerdos con otros grupos. La tierra no sólo se necesita para proyectos productivos y para establecer cultivos comerciales, la tierra se necesita para construir viviendas, tener espacios de encuentro colectivo y escuelas para los niños de la paz (como se llama en Colombia a los hijos de los firmantes). La tierra es necesaria para vivir dignamente y construir la paz.

 

La vida en el Urias Rondón

En la actualidad, las familias de Urías Rondón viven hacinadas en módulos mal ventilados proporcionados por las Naciones Unidas, y permanecer dentro de estas unidades con las temperaturas de la Amazonia es muy difícil. Algunas familias tienen huertos caseros donde cultivan naranjas, yuca, piñas y plantas medicinales. La comunidad también cultiva maíz y pasto para el ganado. Estos cultivos les ayudan a sobrevivir, pero son limitados debido a las condiciones del suelo. De esta manera, los firmantes consideran que es necesario asegurar una vivienda digna para la comunidad, y luego garantizar la sostenibilidad de los proyectos productivos que tienen. Ambas necesidades urgentes requieren tierra: tierra para construir casas y tierra para cultivar. Hasta ahora, los firmantes de la paz están intentando responder a esta urgencia por su cuenta. Como ellos mismos lo describen ‘Intentamos comprar tierras por nuestros medios porque no hay ninguna política estatal que nos permita obtener tierras ni organizaciones internacionales que puedan dárnoslas’. 16

El gobierno nacional, a través de la Agencia Nacional de Tierras, compró el predio San José, donde reside la comunidad Urías Rondón, por lo que sus miembros creen que podrán permanecer allí durante mucho tiempo y continuar sus vidas en la zona. Sin embargo, la falta de tierra sigue siendo su mayor problema. Sin tierra ni trabajo, las ofertas de los grupos disidentes y residuales se vuelven más atractivas y suponen una amenaza para la paz. Los miembros de la comunidad sueñan con adquirir tierras y “volverse productivos”, como dicen ellos. Como el departamento del Caquetá es conocido por su ganadería, ven en la producción de queso y leche a través de la ganadería una opción viable para lograr la productividad. También consideran que otras actividades agropecuarias dependerán de la calidad y naturaleza del suelo, por lo que se requieren estudios de suelos para orientar su transición hacia un estilo de vida más productivo. Los firmantes del acuerdo de paz entienden que la producción económica no puede disociarse de la protección de la naturaleza. Tienen una visión que incluye tanto los beneficios socioeconómicos como la protección del medio ambiente. En sus propias palabras “No hemos venido a El Doncello para interponernos en el camino de los campesinos y la naturaleza. Vinimos a unirnos a la lucha campesina y a la protección de la naturaleza como parte de una lucha mayor, la conservación del planeta” 17.

Las condiciones de seguridad, no sólo para los miembros de la comunidad Urias Rondón, sino también para todos los firmantes del acuerdo de paz, les obligaron a organizar una peregrinación por la paz a la ciudad de Bogotá en marzo de 2022. Entre el 7 y el 9 de marzo, 3000 firmantes del acuerdo de paz se reunieron en Bogotá y pidieron cuatro cosas: garantías de seguridad para ellos y sus familias, acceso a la tierra, vivienda digna y apoyo para su sostenibilidad económica. Desde la reubicación, los miembros de la comunidad de Urias Rondón perciben una tensa calma en cuanto a su seguridad. Aunque ahora se sienten moderadamente seguros, les preocupa la creciente frecuencia de la delincuencia común en los alrededores. Algunos miembros de la comunidad han sido extorsionados, y los habitantes del pueblo han sido víctimas de robos.

Desde su llegada, los miembros de la comunidad de Urias Rondón han participado en la vida social y política del pueblo. Se han incorporado y dinamizado el trabajo político de 20 Juntas de Acción Comunal de la zona. Perciben un entorno favorable para ellos y se sienten bien acogidos por los campesinos de la zona, que también apoyan las luchas de los firmantes del acuerdo de paz 18. A pesar de todas las circunstancias adversas, incluido su desplazamiento forzado y la falta de voluntad política para cumplir el acuerdo de paz, los miembros de la comunidad de Urias Rondón han conseguido poner en marcha proyectos colectivos con el apoyo de las Naciones Unidas. A través del programa de desarrollo de la ONU, pudieron adquirir 18 vacas para un proyecto ganadero. Mediante la autoorganización, también consiguieron comprar colectivamente un tractor. Como declaró un miembro de la comunidad , Estamos aquí para cultivar, y todo esto nos ha llegado gracias al esfuerzo de cada uno de nosotros, hombres y mujeres que vivimos aquí”.19

Figura 4 Patio de ropa improvisado en los módulos de vivienda. Foto de Itayosara Rojas

 

Figura 5 Módulos de vivienda Foto de Itayosara Rojas

 

Nuevas esperanzas de tierra: La Paz Total y un nuevo gobierno

Los firmantes del acuerdo de paz han sido grandes defensores del gobierno del presidente Petro y la vicepresidenta Francia Márquez. Son conscientes de todas las complicaciones a las que se enfrenta este gobierno en relación con las demandas de tierras y la política de extrema derecha. En cuanto a las políticas de reincorporación, desearían que el gobierno pudiera hacer más y más rápido. Desde diciembre de 2022 han sentido que la reincorporación ha quedado rezagada. Cuando se les pregunta por los principales retos del nuevo Gobierno y su política de paz ‘Paz Total’, consideran que hay dos grandes elementos que deben ser abordados.

El primero es el narcotráfico. Si el gobierno logra llegar a un acuerdo con los principales grupos involucrados en el narcotráfico, esto sería un gran paso para detener la violencia.

El segundo es el cumplimiento del acuerdo de paz. Si el gobierno aplica el acuerdo de paz con rapidez y precisión, los demás grupos armados lo percibirán como algo favorable.

Si el Acuerdo de Paz se hubiera aplicado tal y como se propuso en su momento, la violencia no se habría exacerbado. Uno de los firmantes del acuerdo explica que algunos de sus antiguos compañeros volvieron a las armas debido a la ausencia de garantías: “Tenemos un gran número de compañeros que tuvieron que continuar la guerra debido a esto… porque no había posibilidades, ni oportunidades de trabajar, y mucha gente se vio obligada a continuar en estos grupos20.

Si examinamos el porcentaje de progreso realizado en materia de reincorporación, ha sido muy mínimo. Absolutamente mínimo. Pensemos en el primer punto: la tierra, de la que acabamos de hablar. El hecho es que no hay tierra para nosotros. ¿Y qué significa eso para nosotros, los excombatientes? ¿Dónde vamos a vivir? Ni siquiera se nos ha proporcionado el lugar actual donde estamos teniendo esta conversación. Es decir, ni siquiera tenemos aún la tierra… ¿Dónde vamos a cultivar? No tenemos dónde y luego tenemos que alquilar tierra para cultivar. Ese es un gran problema– firmante del Acuerdo de Paz 21

Desafortunadamente, las consecuencias de no haber implementado el Acuerdo de Paz o de no haber incluido un punto específico sobre el acceso a la tierra para los excombatientes durante las conversaciones de paz de La Habana no pueden ser revertidas. Sin embargo, esta experiencia deja importantes lecciones que, con la voluntad política adecuada, pueden ser mejoradas en un proceso de negociación con otros grupos armados, como la política de “Paz Total” que adelanta el actual gobierno. Estas lecciones tienen que superar el problema de entender el acceso a la tierra de los antiguos miembros de la guerrilla como un asunto que sólo afecta a los excombatientes. Los firmantes del acuerdo de paz forman ahora parte de un amplio grupo: los sin tierra.  Como ellos dicen, “Como millones de colombianos, los excombatientes tampoco tenemos derecho a la tierra” 22. Por lo tanto, las iniciativas destinadas a abordar esta cuestión deben ir más allá de las demandas de los grupos individuales y tener en cuenta las especificidades locales.

Hasta el momento, los firmantes del Acuerdo gozan de representación en algunos de los órganos creados por el propio acuerdo de paz, así como de reconocimiento político. Sin embargo, este reconocimiento no se ha traducido en mejoras en sus condiciones de vida ni en la construcción de la paz a largo plazo. Para lograr este objetivo más ambicioso, es necesario considerar el problema del acceso a la tierra, su concentración y, por tanto, su redistribución. Si se considera que el acuerdo de paz es un paso sustancial para lograr un proceso de cambio social que deje atrás la violencia y conduzca a la democratización de la vida en el campo. Así mismo, las políticas de desarme y reincorporación deben dejar de centrarse en sus limitados parámetros técnicos y normativos y reconocer los problemas estructurales relacionados con el acceso a los recursos, incluida la tierra, de comunidades marginadas como los campesinos y ahora firmantes de la paz.

La paz significa garantizar la soberanía alimentaria de los habitantes rurales, la protección y restauración de los suelos donde se desarrolla la producción agrícola, la generación de empleo y de ingresos en el campo y la agricultura y, en general, la reorganización del espacio y la producción de acuerdo a sus condiciones ecológicas y sociales (Fajardo 2002). Todos estos elementos están ligados a la tierra, por lo que Fajardo concluye “para sembrar la paz hay que aflojar la tierra”.

Al igual que el fin del enfrentamiento armado y del conflicto es una cuestión eminentemente política, también lo es el problema de la distribución de la tierra. La injusticia de la tierra es una cuestión política y social (Franco y Borras 2021) lejos de ser resuelta con fórmulas técnicas. Las múltiples injusticias que se expresaron durante el conflicto armado, como el acceso a la tierra, se han vuelto más complejas y han adquirido nuevas dimensiones que no existían hace 50 años. Resolver estas injusticias hoy supera los objetivos planteados en el programa agrario de las FARC de hace 60 años, así como los de la reforma rural integral del acuerdo de paz. Para ello se requieren nuevos enfoques basados en la justicia social que no segreguen y fragmenten las demandas de tierra de los habitantes del campo (Borras 2020), incluyendo a las y los firmantes del acuerdo de paz. Una de estas alternativas, propuesta por Justicia Climática Agraria y las 5R -Reconocimiento, Redistribución, Restitución, Regeneración y Representación – (Borras y Franco 2018), podría servir no sólo para superar el conflicto armado, sino también para perfilar futuros más justos y democráticos para el campo y todos sus habitantes.

Por último, la fragmentación de las reclamaciones de tierras entre los distintos habitantes de las zonas rurales ha impedido avanzar hacia una democratización efectiva de la tierra. A las luchas entre campesinos, indígenas y afrodescendientes se suman ahora las legítimas demandas de tierra de los firmantes del acuerdo de paz. Encontrar soluciones para todos los habitantes del campo requiere la redistribución de la tierra, un imperativo en un país donde la concentración de la tierra es obscena. Implica reconocer el derecho a la tierra de todos los habitantes del campo: indígenas, campesinos, afrodescendientes, desplazados y firmantes del acuerdo. También implica restituir todos los derechos de los que fueron despojados, no sólo parcelas individuales. Además, exige la representación de todos los habitantes rurales y la regeneración de los suelos afectados por actividades productivas nocivas que dañan tanto al suelo como a las personas.

Agradecimientos

Agradezco profundamente a los y las firmantes del Acuerdo de Paz y a sus aliados, quienes muy generosamente me brindaron sus testimonios y compartieron conmigo sus miedos, sueños y esperanzas. En particular, quiero expresar mi sincero agradecimiento a los firmantes del Acuerdo de Paz de la comunidad de Urias Rondón, así como a sus vecinos de Aguabonita y Miravalle. Muchas gracias a todos ellos.

Biografía de la autora

Itayosara Rojas es actualmente investigadora de doctorado en el Instituto Internacional de Estudios Sociales (ISS) de la Universidad Erasmus de Rotterdam e investigadora visitante en el Centro Interdisciplinarios de Estudios sobre el Desarrollo (CIDER) de la Universidad de los Andes. Forma parte del proyecto de investigación “Commodity & Land Rushes and Regimes: Reshaping Five Spheres of Global Social Life (RRUSHES-5)”

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1 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 11 de 2022.
2 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 11 de 2022.
3 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, febrero 19 de 2022.
4 Entrevista Personal, julio 7 de 2022.
5 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 11 de 2022.
6 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 11 de 2022.
7 Entrevista Personal, marzo 24 de 2022.
8 https://www.reincorporacion.gov.co/es/reincorporacion/Paginas/Los-ETCR.aspx
9 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, febrero 19 de 2022.
10 Entrevista Personal, febrero 19 de 2022.
11 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
12 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
13 CNR: Consejo Nacional para la Reincorporación
14 Entrevista Personal, 24 de marzo de 2022.
15 Es el valor de la UAF (Unidad Agrícola Familiar) en esta zona particular del municipio. La UAF es una unidad utilizada para medir la cantidad mínima que necesita una familia para satisfacer sus necesidades en las zonas rurales, teniendo en cuenta factores regionales como la fertilidad y aptitud del suelo, y otras condiciones ecológicas y sociales.
16 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 13 de 2022.
17 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
18 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, julio 13 de 2022.
19 Entrevista Personal, febrero 8 de 2022.
20 Miembro de la comunidad, Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
21 Miembro de la comunidad, Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
22 Entrevista Personal, mayo 3 de 2023.
23 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, enero 25 de 2022.
24 Firmante del Acuerdo de Paz, Entrevista Personal, febrero 18 de 2022.

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Referencias Bibliográficas

  • Borras, Saturnino M. 2020. “Agrarian Social Movements: The Absurdly Difficult but Not Impossible Agenda of Defeating Right-Wing Populism and Exploring a Socialist Future.” Journal of Agrarian Change 20(1):3–36.
  • Borras, Saturnino M., and Jennifer C. Franco. 2018. “The Challenge of Locating Land-Based Climate Change Mitigation and Adaptation Politics within a Social Justice Perspective: Towards an Idea of Agrarian Climate Justice.” Third World Quarterly 39(7):1308–25.
  • Equipo Negociador del Gobierno Colombiano y las Farc- EP. 2016. “Acuerdo Final Para La Terminación Del Conflicto y La Construcción de Una Paz Estable y Duradera.”
  • Fajardo, Dario. 2002. Para Sembrar La Paz Hay Que Aflojar La Tierra. edited by IDEA Instituto de Estudios Ambientales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia -IDEA.
  • Fajardo, Dario. 2015. “Estudio Sobre Los Orígenes Del Conflicto Social Armado, Razones Para Su Persistencia y Sus Efectos Más Profundos En La Sociedad Colombiana.” Pp. 1–810 in Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia, edited by C. H. del C. y sus Víctimas. Bogotá.
  • Franco, Jennifer C., and Saturnino M. Borras. 2021. The 5Rs in Myanmar : Five Principles for a Future Federal Democratic System Where Rural Working People Can Flourish.
  • Hobsbawm, E. J. 1973. “Peasants and Politics.” The Journal of Peasant Studies 1(1):3–22.