A cuatro años del Acuerdo Final de Paz, firmes y dignos

Hace cuatro años, la paz llegó como una gran ilusión para los colombianos y las colombianas. Cerrábamos la página de la guerra contra el Estado, una guerra que nos impusieron a los campesinos de Marquetalia, una confrontación armada que nos dejó secuelas enormes y que hoy Colombia construye en medio de la adversidades, la reconciliación, la convivencia y la paz.

Rubín Morro, 24 de noviembre de 2020

Hace cuatro años, la paz llegó como una gran ilusión para los colombianos y las colombianas. Cerrábamos la página de la guerra contra el Estado, una guerra que nos impusieron a los campesinos de Marquetalia, una confrontación armada que nos dejó secuelas enormes y que hoy Colombia construye en medio de la adversidades, la reconciliación, la convivencia y la paz.

Luego de una muy larga guerra en Colombia, donde los odios, la venganza y el estigma han sido protagonistas, por primera vez la palabra, el diálogo y el consenso callaron el sonido ensordecedor de la batalla. Al fin, militares y la extinta guerrilla de las FARC-EP se dieron la mano para luchar por la paz, después de cinco décadas de confrontación armada. ¡A la militancia fariana y al mismo establecimiento nos pareció imposible! Iniciamos a transitar lo desconocido, donde la incertidumbre y las dudas nos golpeaban como hoy luego de cuatro años, con la tragedia de cientos de líderes, lideresas, defensores de derechos humanos y 242 signatarios de la paz asesinados, con los tentáculos del gobierno inspirados en la perfidia y la traición.

Hace cuatro años soñamos en la paz, luego de seis intentos por alcanzar un espacio que nos permitiera pasar de la horrible noche a la posibilidad radiante de lograr la paz estable y duradera. Hace cuatro años renunciamos a las armas y en esa forma de hacer política, único camino que nos dejaron quienes han detentado el poder. Siempre fue un deseo y por ello siempre luchamos: encontrar una ruta con unas garantías mínimas para que nuestra guerrilla transitara un camino disntinto a la guerra, de cara a la sociedad colombiana y el mundo, todos juntos para conquistar la paz anhelada. Un esperanza quijotesca que hoy abrazamos en medio de las mayores dificultades. Siempre dijimos que no sería fácil, que tendríamos obstáculos, puesto que en la negociación no se trataron temas medulares de la estructura del Estado. Pero era un paso gigante dado en aras de la reconciliación nacional, la reparación a las víctimas y las garantías de No repetición.

Creo que el proceso de paz es un gran logro de la sociedad colombiana. No existe otro evento político que haya recibido tanto apoyo de la comunidad internacional en los últimos 100 años. La historia tendrá que reconocer de unas extintas FARC-EP, que a pesar de haber resistido por décadas, haber causado dolor en una guerra impuesta por las oligarquías, tuvo el valor de dejar las armas y transitar hacia la reincorporación frente a un establecimiento que no ha entendido el valor humano del Acuerdo Final de Paz. Y un presidente que tuvo la osadía de pactar un proceso de paz, arriesgado, por cuanto su misma clase social siempre lo rechazó,

Las columnas construidas del proceso de paz están firmes y no les quedará facil derrumbarlas a los señores de la guerra. Los que amamos la paz somos más. Las vidas que ha salvado esta posibilidad de reconciliarnos es enorme. Esto todavía no se ha evaluado y no se le da la importancia debida. Más de 12.000 hombres y mujeres estamos fuera de la guerra, 9.224 armas ya no están en la confrontación. 48 toneladas de explosivos fueron destruidas, igual que las armas. Hemos cumplido a cabalidad lo acordado. Como organización y su militancia, la inmensa mayoría esta firme con el Acuerdo de Paz, saliendo a flote con sus emprendimientos colectivos e individuales, sin garantías plenas de seguridad para nuestras vidas. Nos han desplazado, nos han asesinado y nos han incumplido en temas fundamentales, como la tierra para nuestros proyectos productivos y la vivienda digna. Todavía estamos en ranchos temporales, en su mayoría deshechos en estos cuatro años. Todavía quedan nuestros prisioneros en las cárceles, en clara violación a lo pactado.

El Acuerdo de Paz de La Habana ha sido modificado para hacerlo trizas por el gobierno de Uribe. La justicia transicional es atacada por el propio huésped de la Casa de Nariño. Se adelanta dizque un referendo para terminar con la JEP, liderado por el partido de gobierno. Se ha desfinanciado el presupuesto para la eficaz implementación del Acuerdo. El Estado tiene dos lenguajes en la falsa retórica del avance del proceso de paz, uno en los escenarios internacionales y el otro es la mentira, la farsa y la traición en la realidad cotidiana, en los asentamientos de los reincorporados.

En este cuarto aniversario, exigimos del Estado la implementación eficaz e integral de lo acordado. Nosotros confiamos en ustedes, señores del gobierno, empeñaron la palabra frente a las Naciones Unidas y los países garantes. Sueñan con aplicarnos la justicia solo a una parte del conflicto, cuando el Sistema Integral de justicia fue hecho para todos los actores de la guerra. Firmamos un acuerdo no para morir asesinados, sino para vivir, morir de viejos y no por la traición de quienes tienen la solución de garantizar la vida de todos los colombianos, incluidos esencialmente a los firmantes de la paz.

No retornaremos a la selva, no empuñaremos las armas, no queremos más guerra. Seguiremos peregrinando la paz, POR LA VIDA Y LA PAZ. Esperamos que toda nuestra nación participe en la construcción de la paz, cuyo único objetivo es la dignidad humana y la defensa de la vida.