¡3 de julio en Cali: encuentro de las voces de indignación que claman por revolución!

[vc_row css_animation=”” row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” angled_section=”no” text_align=”left” background_image_as_pattern=”without_pattern”][vc_column][vc_column_text]

Por Comisión Mujer, Género y Diversidad de FARC-Cali

Este 3 de julio, el día sin IVA ciertamente no fue el acontecimiento más importante en la ciudad de Cali. Desde las 2 p.m. hasta el inicio de la noche una diversidad de gentes del común se movilizaron en distintos sectores de la ciudad, donde se escucharon los gritos de indignación y de lucha de aquelles que han sido históricamente explotades, dominades, subordinades y oprimides por el capital[i].

Mientras en la Plazoleta Jairo Varela se escuchaban las poderosas consignas “Las vidas negras importan” y “La lucha antirracista es imprescindible para superar las desigualdades estructurales”, frente al Batallón Pichincha, cientos de mujeres en una acción simbólica protestaban contra las violencias sexuales realizadas por militares, policías y representantes de la fuerza pública, recordando que el Estado no cuida a las niñas ni a las mujeres, sino que ellas solo pueden contar con sus propias redes de apoyo y sororidad.

Luego, desde el Parque de las Banderas, gentes del común, organizaciones y movimientos sociales y partidos políticos salieron en una marcha hacia el Boulevard denunciando la agudización de los efectos de la crisis económica que ya se venía haciendo desde el 21N en 2019 pero que ahora en la pandemia nos está imponiendo nuevos retos de supervivencia y también de organización para responderle al mal gobierno que ha demostrado, una vez más, que actúa bajo los intereses de la oligarquía de este país, dejando al pueblo trabajador a su propia suerte.

El hecho es que el Covid-19 está afectando más a las personas negras, indígenas, pobres en general: Las violencias en contra de las niñas y las mujeres, las violaciones sistemáticas contra sus cuerpos; la violencia contra les firmantes del Acuerdo de Paz: el sistema de salud que está a punto de colapsar; el hambre que se siente en las casas de los barrios…, no son casualidades, ni menos expresiones de una nueva realidad que nos llega con el coronavirus.

Desde que los invasores llegaron a estos lares y el capitalismo se fue estructurando como modo de producción hegemónico, la división racial, la división sexual binario-generificada[ii] y territorial del trabajo ha sobredeterminado la conformación de nuestra sociedad y todas las desigualdades y opresiones como las conocemos y vivimos hoy. Llevamos siglos de explotación, dominación y opresión de los cuerpos negros, feminizados y pobres, donde la vida solo vale en función de la ganancia para el capitalista.

En las tres expresiones de indignación y organización que se hicieron sentir en la ciudad, la revolución apareció como la única posibilidad histórica de atacar a la raíz de lo que produce estas desigualdades y opresiones, que solo podrán ser superadas con transformaciones profundas acompañadas de consciencia frente a estas particularidades que llamamos de racismo estructural, machismo/sexismo y clasismo oligárquico-burgués.

El gobierno de Iván Duque y su uribismo son los representantes oficiales de este poder que masacra de distintas maneras al pueblo que solo tiene su fuerza de trabajo para vender y sobrevivir. Es el gestor de este Estado que reprime, encarcela y explota a los pueblos negros e indígenas. Es el cómplice de los representantes del Judiciario que legitima la impunidad que impera sobre las violaciones y feminicidios de las niñas y de las mujeres.

Por lo tanto, gritamos: ¡No más gobierno uribista en Colombia! ¡Fuera Iván Duque de la presidencia! ¡No más muertes por la irresponsabilidad del gobierno! Sin embargo, sabemos que nuestra tarea histórica no es solamente derrumbar el uribismo, sino desterrar el capitalismo del planeta. Gritamos también: ¡Revolución!, para poder soñar y construir una sociedad sin racismo, sin machismo/sexismo y sin explotación de clase.

[i] Estamos utilizando el lenguaje no binario-generificado y no sexista porque consideramos que el uso del lenguaje es una herramienta de la manutención histórica de la explotación, de la dominación y de la opresión colonial, de la blanquitud, del mundo binario, del sexismo y de la heteronormatividad. Así que nosotres hacemos resistencia y nos contraponemos a estas formas de opresión también desde la batalla de ideas acerca del uso del lenguaje.

[ii] El concepto se refiere a la característica de la división sexual del trabajo que, en el modo de producción capitalista, se estructuró, consolidó y continúa reproduciéndose bajo las bases de un sistema binario y heteronormativo. Es un concepto que problematiza y señala que el origen de la explotación, dominación, subordinación y opresión ejercida sobre mujeres y gentes de común con orientaciones sexuales disidentes se encuentran en el mismo fenómeno, tienen la misma raíz.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]