Rubín Morro, agosto 5 de 2020
El Acuerdo de paz es lo mejor que le ha podido pasar a Colombia. En ninguna transformación social y menos en la sociedad colombiana, podemos esperar que en solo 4 años hayamos construido la paz estable y duradera. ¡Imposible!, porque existe un gobierno que ataca el Acuerdo de paz. Pero jamás podrá hacerlo trizas.
La lucha por la paz nos ha demostrado que la historia es bien complicada, aquí, allá y en todo el planeta, muy a pesar de los tratados y acuerdos mutuos entre las partes enfrentadas. Lastimosamente, las guerras se han impuesto fácil, dejando secuelas horribles en la sociedad, difíciles y complejas de superar. No existe ninguna parte en el mundo, donde la construcción de la paz haya brotado por obra y gracia de la “lámpara de Aladino” y menos en nuestra Colombia de Macondo, donde la oligarquía ha construido un Estado de terror, la persecución y el crimen político, al servicio de los que todo tienen y poseen, en contra de los que nada tenemos. Es por eso que Nuestro proceso de Paz navega en las adversidades de los incumplimientos por parte de la institucionalidad también firmante del Acuerdo de Paz.
Claro, sabíamos lo difícil que sería pactar la paz con el Estado Colombiano, pero era y es el anhelo de una sociedad, vivir dignamente y nosotros y el establecimiento lo interpretamos de esa manera sin que las partes enfrentadas por más de 53 años, una derrotara a la otra. Eso no sucedió. Como organización y como militantes de las extintas FARC-EP, nadie estuvo en desacuerdo en lo firmado en La Habana, nadie, incluso quienes han retomado las armas. Siempre y por toda la existencia de nuestra organización luchamos por una salida política a la guerra.
No se puede negar que el Estado transita por los caminos de la cizaña, la perfidia y la traición. No. Esto no se puede negar ni ocultar. Nos duele profundamente los 222 asesinados ante un gobierno cuyo silencio cómplice y sin decisión de implementar las Garantías de Seguridad, no solo de quienes firmamos la paz, sino de cientos de líderes, lideresas y defensores de la vida masacrados. Como tampoco podemos negar la crisis social que siempre nos ha acompañado en los últimos 210 años. Con la pandemia brotaron todos los lastres de una clase política incapaz, explotadora y voraz. Seguimos la mayoría de los colombianos en la miseria, en el abandono y el caos total.
Tampoco podemos negar que el Acuerdo de Paz tiene unas fortalezas y unos logros fundamentales que no podemos negar, ni tampoco ocultar. Me ocuparé hoy de relacionar solo algunos logros que nos merecen a todos unas reflexiones pragmáticas: El Acuerdo de Paz es el acontecimiento político más importante en las últimas 7 décadas, se terminó con una guerra de más de 53 años, Colombia cambió con el Proceso de Paz, perdimos los miedos de protestar. Hoy después del AFP somos otra Colombia. Hoy Colombia entera lucha en las calles; la Reforma Rural Integral, Participación Política, Fin del Conflicto, Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, Víctimas, implementación; Verificación y Refrendación. Estos acuerdos pactados en La Habana, son en esencia la problemática, las banderas de lucha y soluciones a las necesidades más sentidas de la mayoría de la población. Estas son herramientas políticas que a decir verdad, todavía falta que nos apropiemos de ellas para construir la paz estable y duradera.
Las Naciones Unidas en su segunda misión hace seguimiento a la implementación del Acuerdo de paz. La CSIVI es una instancia bilateral gobierno-FARC creada para hacer seguimiento al proceso de paz, ECOMÚN es la cooperativa donde descansan todas las instancias de los proyectos económicos y el Consejo Nacional de Reincorporación es la máxima autoridad en este sector.
El proceso de paz permitió la visibilización de un universo de más de 7 millones de víctimas del conflicto social y armado, como nunca se había hecho en la historia del país y su reparación integral como centro del proceso de paz. Tenemos el reconocimiento de toda la Comunidad Internacional de nuestra voluntad de paz. Hay una fuerza política que en las pasadas elecciones representaron mas de 8 millones de votos por la paz y como partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común surgido del Acuerdo de Paz, recibimos la personería jurídica, financiación para su funcionamiento y participamos en las elecciones; ¡al fin lo habíamos logrado en nuestra larga lucha! Nos incrustamos en la vida política del país, tenemos 10 congresistas que representan lo acordado en la tierra de Martí, últimamente nuestra senadora Sandra Ramírez fue elegida vicepresidenta del senado de la república, como jamás nos lo imaginamos. Contamos con 264 esquemas de seguridad individuales y colectivos en la ciudad y en los ETCR, que son insuficientes, puesto que la seguridad es integral tal, como está pactado. 780 ex guerrilleros escoltas contratados por el Estado, entre ellos, 120 mujeres, 113 ex combatientes trabajan en la fundación Humanicemos de Desminado Humanitario en Agua Bonita Caquetá. Nuestro partido FARC tiene asignados espacios en televisión y radio como todos los partidos, entre otros derechos otorgados por el Consejo Nacional Electoral. Miles de ex guerrilleras y guerrilleros han validado sus saberes y han recibido formación académica profesional y técnica, como resultado del proceso de paz, recibimos del pueblo cubano mil becas de medicinas para integrantes de las organizaciones sociales, reincorporados de las extintas FARC; hijos e hijas de éstos, por ahora han viajado a la isla de la libertad, unos 600 estudiantes, la mayoría de ex guerrilleros y guerrilleras se han reencontrado con sus familias y formalizados sus hogares.
En el proceso de reincorporación integral, en proyectos productivos, el emprendimiento ha sido fundamental, llevando nuestros productos a distintas exposiciones y ferias, recibiendo ayudas de los países cooperantes en nuestras actividades productivas.
Las personas asesinadas en el proceso de paz, cuyos actores deambulan entre una oscura institucionalidad paramilitar y un Estado que no tiene el monopolio de la fuerza es fatal para el momento político de convivencia y reconciliación por la que luchamos en Colombia, siempre hemos venido siendo exterminados con armas y sin ellas desde siempre, pero también el Acuerdo de Paz ha salvado la vida de miles de colombianas y colombianos que hoy transitamos en la reconstrucción de nuestras vidas y sueños en difíciles condiciones.
Finalmente, no es conformismo todo lo que está pasando con el Acuerdo de Paz y menos se esté conciliando con el gobierno y traicionando nuestros postulados y objetivos. Somos profundamente críticos de esta debacle, exigimos del gobierno el cumplimiento de la palabra empeñada de acuerdo a las posibilidades de lucha que abrazamos luego de la firma del Acuerdo Final de Paz; pero esto que pasa en Colombia en medio del dolor, es un proceso de construcción social dispendioso que nos llevará muchos años para alcanzar la paz, así nos lo ha demostrado la historia de la humanidad. Estos logros del proceso de paz son innegables, nos están permitiendo junto al pueblo continuar con lo que iniciamos hace 56 años construir la Nueva Colombia. No todo es un fracaso.