Por: Federico Montes
La primera etapa de esta valiosa jornada de peregrinación nos permitió evidenciar varios aspectos súper valiosos e importantes para la construcción de paz y que sin lugar a dudas se deben convertir en elementos de obligatorio estudio para todos los actores comprometidos con la paz del Colombia y, más aun, para quienes desde la militancia activa venimos comprometidos en la defensa e implementación del acuerdo de paz.
La primer reflexión a considerar son las realidades que se viven en los territorios, pues si bien es cierto que muchas veces se evidencian los aspectos más comunes o de la vida nacional, en los territorios existen una gran serie de expresiones que se trabajan diariamente en la construcción de paz y sufren en carne propia cada una de las dificultades que en este se experimentan.
Son precisamente estas expresiones las que lograron evidenciarse en la jornada de movilización, así como su capacidad de relacionamiento con otras formas organizativas existentes en los territorios que se ha vinculado de forma activa en dos direcciones complementarias, la defensa e implementación integral del acuerdo y la solidaridad abierta y consecuente con las personas firmantes del acuerdo en proceso de reincorporación.
Esto es importante señalarlo así, de esta forma, porque son varias las expresiones que propugnan por la implementación del acuerdo, pero se limitan en su acción integral al no entender la importancia de rechazar y condenar abiertamente los hechos violentos contra los firmantes en proceso de reincorporación como si esta no fuera parte de su lucha.
La segunda reflexión que podríamos señalar es que, a diferencia de hace cuatro años, el país ha avanzado significativamente en sus convicciones frente a la paz, el acuerdo y sus protagonistas. La jornada de peregrinación arrebató aplausos y voces de aliento a su paso, así como expresiones de solidaridad en otros sectores antes pasivos y, por qué no decirlo, distantes. En las calles cercanas a la plaza de La Macarena vimos trascurrir la peregrinación en el más astricto silencio; banderas en blanco, letreros por la vida y por la paz, acciones de respaldo a la peregrinación y hasta lágrimas sinceras de solidaridad que nos alentaron a seguir nuestra marcha. Lo anterior bien lo podemos relacionar con las últimas jornadas de movilización y protesta donde se evidencia un auge del elemento subjetivo tan indispensable para estos momentos y los objetivos que pregonamos. Es válido decir que las gentes ya ven nuestras banderas no desde la óptica total del rechazo y más bien desde la oportunidad de avanzar en medio de la pluralidad hacia un nuevo estadio de nuestro desarrollo.
El tercer aspecto para la reflexión que quiero traer a colación es el papel del partido. Estamos claros que la acción sin política es una acción vacía y la peregrinación no es ajena a esto. Por eso en sus caminos se cruzaron las banderas de la rosa, el Partido Comunista y hasta del M19, como aconteció en varias ocasiones. Aún así, la peregrinación creó su propia dinámica, no por miedo a la acción política, sino por respeto al momento y sus protagonistas que son hoy más de 238 firmantes asesinados. La militancia no es un prerrequisito para poder sentir indignación ante estos hechos de violencia y en ese sentido el partido era tan solo un actor más al interior de ella.
De allí evidenciamos varios aspectos que nos deben llamar a ser mejores como militantes, como partido, como proceso de masas, como constructores de paz y como seres humanos. Hay una realidad compleja en torno a la implementación integral que exige tener una gran capacidad para escucharnos en diferentes niveles, para enajenarnos de intereses particulares e individuales y sobre todo para aceptar las críticas por duras que éstas sean.
Es un deber del partido, de quienes creemos en él, aprender a construirnos colectiva y constantemente, sobre la base de nuestros principios no solo fundacionales, sino de aquellos principios básicos que nos hacen compatibles humana, social y políticamente hablando. De otra forma no sería posible avanzar en la ejecución del programa revolucionario que nos guía en nuestra acción diaria.
La cuarta reflexión a la que hago referencia, según mi experiencia en la peregrinación, es que la gente no se resigna al incumplimiento, la simulación de implementación, a la pasividad e incluso a la muerte. Las gentes del común tienen voluntad de lucha, una voluntad de lucha que estamos en mora de aprender a potenciar al máximo, una voluntad de lucha que se evidencia en jornadas como las del 9 de septiembre del 2020 y la del 21 de noviembre del 2019. Es claro que esto no surge de la nada; es claro que es fruto de la nueva realidad política donde el acuerdo, en medio de las limitaciones impuestas por la oligarquía colombiana, sigue siendo una herramienta válida para la acción política, para la lucha abierta y constante, al tiempo que todos bien sabemos que el acuerdo de paz no es, ni pretende ser, la verdad absoluta, es apenas un trampolín para desatar la capacidad creadora de todo el pueblo colombiano.
En este mismo sentido, y como quinta reflexión, la peregrinación ayudó a mover la fibra humana de varios de sus protagonistas y desde éstos generar un proceso de sensibilización de quienes la observaron en sus diferentes facetas, evidenciando una vez más la importancia del humanismo como un factor inseparable de nuestra lucha; aún así, y es apenas lógico, hay quienes no creyeron en ella, no le apostaron con el ímpetu requerido, por así decirlo, al pretender escarbar en éstas ciertos intereses no afines a los suyos. ¿Puede haber alguien acaso al cuál no le interese que pare la violencia contra los reincorporados, líderes y lideresas y las masacres contra la población en los territorios? Obviamente sí, quienes las promueven, las ordenan, la planifican y patrocinan, para lucrarse de ellas. Pero es nuestro deber ir quitándole piso a cada uno de ellos y dentro de esto generar procesos colectivos de empoderamiento social donde logremos extraer de las garras del conformismo a aquellos amplios sectores que terminan por justificar o validar tales hechos a falta de su acción política consiente en los diferentes escenarios de lucha.
La reflexión número seis desde la peregrinación es la importancia de los espacios logrados y desde los cuales se pretende impulsar una vez más lo pactado, estructurando un discurso en torno a la defensa e implementación integral del acuerdo final de paz, mas no para su replanteamiento. Se trata de un esfuerzo colectivo, construido desde las regiones en el marco de la movilización, para converger en un documento central de vital importancia, 15 PROPUESTAS MINIMAS DE LA PEREGRINACIÓN PARA LA REINCORPORACIÓN POLITICA, SOCIAL Y ECONÓMICA DE LOS FIRMANTES DEL ACUERDO y que desarrolla de forma transversal cada uno de los puntos de acuerdo de cara a las realidades y necesidades de los territorios que se vincularon a la peregrinación.
Sería bueno poder saber de otras reflexiones y de esta forma poder construir una mayor y enriquecedora reflexión colectiva al respecto ya que la peregrinación no termina y por el contrario se proyecta nuevos y valiosos escenarios para la defensa integral del Acuerdo de Paz.