Estado o mercado

Fredy Escobar Moncada

La discusión Estado o mercado apareció en la coyuntura por lo menos en tres asuntos: i. Conmemoración de 30 años de la Constitución Política, su implementación neoliberal y la promesa incumplida del Estado Social de Derecho. ii. El impacto del virus y la demanda de atención pública al empobrecimiento masivo y acelerado; iii. La indignación popular incluye las fuentes y el destino de la reforma tributaria. El conflicto social reclama cambios en esa cosa llamada Estado. Por solo mencionar el aspecto cuantitativo de los servidores públicos, en Colombia se tienen 382 mil uniformados y solo 329 mil docentes: una clara muestra de sus prioridades.

Durante las últimas tres décadas, el Estado y lo público han sido señalados de ineficientes, ineficaces y corruptos; el uso político de esta tesis en favor del mercado, justificó las Reformas al Estado, el desmonte de la política social, la mercantilización de los derechos y la privatización de los principales activos. Proyectando el desastre con estas ideas y los costos en la legitimidad del régimen, algunos matizaron y ambientaron una tercera vía con la frase “tanto mercado sea posible, tanto Estado sea necesario”. Las promesas de felicidad del crecimiento económico acompañadas por su capacidad para distribuir riqueza lograron que solo el 2.6% de la población sea caracterizada clase alta y, como clase privilegiada, tiene un balance positivo de estos cambios.

De ahí el rebrote anticomunista en la lucha de clases, pues la polémica termina reducida a socialismo o barbarie. En la misma periodización hacia atrás, encontramos el uso y abuso ideológico con la desintegración de la URSS, la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. La pregunta ¿Qué tanto Estado y qué tanto mercado? ha definido con matices parte de la topografía política entre izquierda a derecha. En Cuba también está presente la discusión, con su organización estatal y colectiva da ejemplo para satisfacer necesidades humanas, flexibiliza la presencia de otros actores distintos al Estado, en el marco de su democracia y del bloqueo gringo.

En Colombia, mientras transcurrían el Paro y la represión, Duque consultó a aquel 2.6% pudiente sobre cuánto dinero ponían para atender la ingobernabilidad expresada en la calle. En la presentación del nuevo proyecto de reforma tributaria, el ministro de hacienda dio parte de las consultas y utilizó la expresión “solidaridad de los empresarios”, para decir que el grueso de la reforma cae sobre ese sector. Sin embargo, queda claro que no se trata de nuevos recursos tributarios y en cambio sí de medidas tipo posponer descuentos y profundizar la antievasión que ya implementa la DIAN.

Nuestra realidad requiere participación decidida del Estado en la distribución de las riquezas del territorio colombiano. El otro 97,4% de la población no resuelve su empobrecimiento solo con asistencialismo y menos aún esperando que la supuesta “mano invisible del mercado” distribuya. En el movimiento de mujeres está la iniciativa del Estado feminista que seguro tiene más y mejores políticas en el cuidado, tan necesario en esta crisis de la humanidad. Las luchas populares dirán sobre su financiamiento.