Por: Alinton Asprilla Herrera.
La derecha colombiana, en su afán de perpetuarse en el poder, ha optado por una vía antidemocrática: un intento de golpe de Estado contra el presidente Gustavo Petro, elegido legítimamente por más de once millones de colombianos. A la cabeza de esta maniobra se encuentra Álvaro Leyva, quien ha dejado atrás su fachada de conservador moderado y defensor de la paz para revelarse como un actor central en esta conspiración. Lo acompaña la precandidata presidencial Vicky Dávila, junto a congresistas de partidos al servicio del poder económico.
Entre los implicados figuran Efraín Cepeda, Lorena Ríos, Honorio Henríquez, Esperanza Andrade, Nadia Blel, Ana Paola Agudelo, Berenice Bedoya, Miguel Ángel Pinto, Katherine Miranda y Carolina Arbeláez. Estos legisladores viajaron a Estados Unidos en busca de respaldo de sus pares extranjeros, como Mario Díaz Balart, Carlos Giménez y Marco Rubio, secretario de Estado. A esta operación se sumaron medios de comunicación nacionales e internacionales, serviles a la oligarquía local y global, que han intentado deslegitimar al gobierno del cambio.
La estrategia no comenzó con las recientes cartas sobre la supuesta drogadicción del presidente. El plan se activó desde el primer día de su posesión. Los medios hegemónicos y el Congreso de la República fueron los primeros en ejecutar esta ofensiva, con el respaldo de figuras internas del gobierno que se oponían al cambio, como el exministro de Educación Alejandro Gaviria.
Y como si fuera poco, según audios filtrados, la vicepresidenta Francia Márquez habría sido blanco de una operación psicológica por parte de la ultraderecha, que intentó inflar su ego para convertirla en su títere. Pero ella no los representa: no es de su clase, ni de su proyecto político.
Reflexiones finales.
Los intentos fallidos de golpe nos advierten sobre la intensidad que tendrán las elecciones de 2026 y las territoriales venideras. La derecha insistirá con mentiras, manipulando cifras y discursos para recuperar el poder ejecutivo.
En estos partidos que hoy promueven el golpe de Estado también hay colombianos y colombianas valiosas, tanto en las bases como en las dirigencias. Sin embargo, sus congresistas, amparados en una democracia que dicen representar, han violentado la voluntad popular.
En 2026 vamos por el poder legislativo y ejecutivo. Trabajemos como hormiguitas, con constancia y conciencia, para fortalecer el despertar popular. La democracia no se defiende con discursos vacíos, sino con organización, memoria y acción colectiva.
Que la espada de Bolívar guíe la última y definitiva independencia.