A las puertas del Acuerdo Final

Artículo de nuestras memorias de la primera página de mujeres farianas 16 de junio de 2016.

Creado: Domingo, 26 Junio 2016 00:00

Escrito por : Candelaria Viva

Al fin llegamos a la firma de los Acuerdos de Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y Definitivo; Dejación de Armas; Garantías de Seguridad y paramilitarismo; y Refrendación, paso fundamental para llegar al acuerdo final. Hoy celebramos el fin de la guerra. Comienza una etapa crucial para nuestra militancia y el país que cree de verdad en la paz.

 Es importante remarcar que la guerra no ha sido nunca un fin para las FARC-EP, al contrario, desde nuestros orígenes, lo hemos afirmado infinidad de veces, la vía armada nos fue impuesta a sangre y fuego porque cerraron la vía legal desde el poder del Estado. Esperamos que este acuerdo nos lleve a la no repetición, que se suspenda el asesinato selectivo, las masacres, las desapariciones y así los levantamiento armados sean cosas del pasado.

Las FARC-EP estamos empeñadas y trabajamos con inmenso convencimiento en los diálogos que nos lleven a construir la paz, una llena de justicia social que beneficie al conjunto de la sociedad. Porque no cabe ninguna duda que el final del conflicto armado en Colombia es importante para todos y todas.

Es evidente que las colombianas y los colombianos necesitamos una paz con soluciones a los problemas candentes. Un país para desarrollar todo el potencial humano en una sociedad que garantice trabajo y oportunidades para la juventud como el futuro de la nación.

Sin embargo, algunas voces del cotarro político colombiano muestran poco interés en que lleguemos a esa paz, mantienen una urgente necesidad de culpar a la guerrilla para limpiar a los verdaderos generadores de la violencia, sin importar el daño que se hace a esta oportunidad de parar la guerra definitivamente. Son pocos pero poderosos, aunque se presenten como la voz de las mayorías, difunden odio y rencor.

Una piensa entonces, debe ser que no es tanto el odio que nos tiene la población colombiana que deben remarcar a diario esa incertidumbre.

Después de 52 años de resistencia armada, respuesta a la agresión latifundista y terrateniente organizada por el Estado contra el pueblo, no nos han derrotado y tampoco logramos la victoria por las armas. Pero la otra vía, la legal, nunca la abandonamos porque desde siempre conservamos la disposición del diálogo, hoy con estos acuerdos estamos a las puertas de firmar un Acuerdo Final que nos garantice continuar la resistencia por esa vía, la que hace años el Estado nos cerró con su terror.

Las personas que integramos las FARC-EP somos parte de este pueblo al que agredieron a nombre de supuestas creencias ideológicas de conservadores y curas, de terratenientes y latifundistas que querían las tierras y los enseres de las familias campesinas. Se quiere negar la historia, solo se cuenta o se parte de nuestra respuesta a la agresión iniciada por otros. La intensidad de la confrontación y lo larga en el tiempo nos llevaron a cometer errores por los que no sentimos orgullo. Pero la historia ha mostrado a los verdaderos responsables de que hayamos llegado a esos extremos.

No negamos la necesidad de reparar a las víctimas. La Jurisdicción Especial para la Paz, garantiza que no haya impunidad y el resarcimiento de las víctimas. Una modalidad nunca antes vista, más rentable que pasar años en una cárcel sin producir más que odios.

Andrés Pastrana tuvo una oportunidad de hacer la paz y prefirió la guerra implementando el Plan Colombia. Álvaro Uribe tuvo 8 años para acabarnos y hacer su “Paz” y tampoco pudo; solo dejó a su paso represión y miles de muertos, -falsos positivos entre otros- además de corrupción y robos al Estado. Hoy son los principales enemigos de la paz. Su frustración por incapaces y sus intereses mezquinos los hacen obstaculizar el anhelo nacional.

Así, a quienes nos interesa de verdad la paz en Colombia, nos corresponde resistir por ella. Unidos y unidas por la paz, cerrarle el paso a los enemigos, es nuestra tarea. Por ahora, se acabó la guerra, vamos por la paz.