Entrevista a Julián Gallo
Senador de la República por Comunes
Horizonte Comunero (HC): A raíz de los acuerdos de paz -y como una conquista de la organización- hay 10 parlamentarios de Comunes para ambas Cámaras del Congreso de la República, quisiéramos preguntarle, ¿qué tanto se ha podido avanzar en las reformas políticas planteadas y cuáles han sido los objetivos de la bancada de Comunes en esta etapa de lucha legal y parlamentaria?
Julián Gallo: Nosotros firmamos un acuerdo que tiene 6 puntos, y ese acuerdo de paz hay que analizarlo de manera integral, porque obviamente corresponde a una realidad socio histórica, política, económica, social nuestra. En ese orden de ideas, el punto 2 es precisamente el punto sobre la reforma política, la apertura democrática para alcanzar la paz.
En el entendido de que el punto 1 habla de la existencia del fenómeno de la propiedad latifundista de la tierra en Colombia, nosotros no tuvimos la posibilidad de vivir una revolución liberal que pusiera en manos de los campesinos la tierra. Aquí la guerra de comienzos del siglo pasado la ganaron los conservadores, que son los sectores ligados a ese tipo de propiedad; al punto que hoy en día somos la sociedad más desigual de todo el mundo en materia de concentración de la tierra. Obviamente, ese modelo económico atrasado, latifundista, no se puede concebir si no tuviese una correspondencia con el modelo político.
El latifundio sobrevive gracias a la existencia de un sistema político muy cerrado, basado en lo que nosotros llamamos los “caciques políticos”. El latifundista es el político, el cacique, el gamonal. Por eso, en el punto 2 del acuerdo logramos una presencia en el Congreso, por dos períodos, de una bancada parlamentaria de 5 senadores y 5 representantes a la Cámara, buscando que en ese periodo se hubiese avanzado en la reforma política que buscaba, al mismo tiempo que se implementara la reforma rural integral, la aprobación de una reforma política. Pero ninguna de las dos se ha logrado.
Tímidamente, este gobierno nacional, el primer gobierno democrático de izquierda, está iniciando la implementación de la reforma agraria. Se ha logrado avanzar, pero es tan complejo ese problema que, de tres millones de hectáreas que el Gobierno debe entregar apenas se ha avanzado en 116 mil en estos 2 años. Entonces, es un problema que nos va a demorar mucho tiempo resolver porque hay mucha resistencia, y en el campo político es peor.
Durante estos 6 años que llevamos en el Congreso, se ha radicado en cuatro oportunidades la reforma política, que busca de alguna manera desmontar esos poderes fácticos que existen en el territorio colombiano, que configuran un sistema político muy excluyente que se ha ligado, además, con el fenómeno del narcotráfico y las rentas ilícitas en esos territorios. Pero no ha sido posible avanzar, y seguramente aún en este gobierno, dada la mayoritaria presencia de los partidos tradicionales, tampoco va a ser posible avanzar en esa reforma. Ahí nos estamos encontrando con ese muro de contención que no permite todavía abrir el sistema político colombiano.
HC: ¿Nos podría resumir el balance de estos dos periodos parlamentarios?
JG: Indiscutiblemente la firma del acuerdo de paz y la llegada nuestra al Congreso significó desatar en Colombia un proceso de transformaciones sociales y políticas muy importantes. Sin la firma de ese acuerdo no se pudiera explicar la existencia de un gobierno como el que tenemos hoy en día después de 205 años de vida republicana. Entonces, la valoración del acuerdo hay que hacerla en esos 2 sentidos, hay unas metas y unos objetivos específicos en los cuales no se ha logrado avanzar. Pero en cambio, el acuerdo sí desató un proceso de transformaciones porque puso en la conversación política del país, temas urgentes que estaban aplazados: el de la reforma política es uno, el de la reforma electoral, el de la reforma agraria, el de la reforma a la justicia. Formular una nueva política de drogas para Colombia que tome distancia de la política denominada “guerra contra las drogas”, que está sujeta a los intereses norteamericanos.
La presencia nuestra en el Congreso, de alguna manera ha servido para motivar y aportar elementos en esa nueva conversación que hay en el país. Aquí hasta hace 8 años, la conversación era en torno al conflicto, a los muertos, a los heridos, a los desplazados, a la violencia. El acuerdo aportó ese elemento nuevo y al retirar del escenario político las armas, permitió que comenzara a emerger al debate político y social, una serie de problemáticas que estaban ahí como tapadas por la existencia de la guerra; ese es otro elemento que nosotros reivindicamos.
Se ha avanzado últimamente con este Gobierno: se aprobó una ley que crea una jurisdicción agraria en Colombia. Algo que explica la existencia de la violencia en Colombia históricamente es que los conflictos alrededor de la propiedad de la tierra, de la tenencia, de la utilización de la tierra se han resuelto a través de la fuerza, de la violencia. En el acuerdo está contemplado crear una jurisdicción agraria que se ocupe de resolver esos problemas. Ese proyecto lo aprobamos el año pasado. Luego aprobamos una ley estatutaria que determina cómo va a estar conformada esa jurisdicción agraria que crean los tribunales, los jueces; y vamos a iniciar en el Congreso la ley ordinaria que determina ya cuál es el ámbito de trabajo de esa jurisdicción. Entonces esa es una herramienta muy importante.
Avanzamos también en el periodo anterior en incluir al campesinado como “sujeto especial de derechos”, recogiendo la resolución de la ONU que considera al campesino como un sujeto de especial protección por su papel en la producción alimentaria. Eso después de muchos debates en el Congreso. Hemos avanzado también en reconocer al campesino derechos para crear zonas de reserva campesina, iguales a los que la Constitución de 1991 le otorgó a las comunidades indígenas y las negritudes.
HC: Una premisa central para la implementación de los acuerdos de paz fue lograr un gobierno de transición. Actualmente Colombia cuenta con un gobierno progresista, el del presidente Petro. ¿Considera que se ha logrado cumplir con dicha premisa?
JG: Yo creo que nadie se imaginaba que apenas seis años después de firmar el acuerdo se presentaría ese fenómeno en Colombia, que era el único país de América Latina que no había tenido apertura hacia otras expresiones políticas. Hasta Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador… En Colombia nunca habíamos vivido esa posibilidad. Es de tal magnitud la transformación que se ha vivido en Colombia después de la firma del acuerdo, que logró ser catalizador de esos procesos que estaban ahí en el substrato de la sociedad colombiana. Realmente nosotros tampoco nos lo imaginamos, sobre todo cuando hay sectores económicos y políticos en Colombia que se oponen a la paz.
En eso creo yo que acertamos. Y hoy en día estamos viviendo un primer gobierno de un proceso de transición que nosotros aspiramos a que se pueda prolongar. Porque la sociedad colombiana vive en una especie de pre-modernismo, y este proceso que inició Gustavo Petro debe encaminarnos a una serie de reformas económicas, pero también políticas, sociales, culturales, ambientales que nos permitan sentar las bases para una posterior transformación estructural de la sociedad colonial. Nosotros creemos que esto es un proceso continuo, y que apenas estamos entrando en ese camino.
Seguramente se van a presentar muchas dificultades, mucha resistencia de los sectores que han acaparado el poder, pero no dudamos que el cambio fundamental que se está dando es precisamente en la cultura política del pueblo colombiano. Eso explica que millones de hombres y mujeres se estén sumando a la participación política electoral. Que hayan entendido que su participación es decisiva para terminar arrancándole ese poder político que ha estado monopolizado por las élites.
HC: ¿Cómo ha sido la participación de Comunes en la creación y desarrollo del Pacto Histórico? ¿Cómo se expresan las alianzas para garantizar esta continuidad?
JG: Nosotros llegamos al escenario de la política legal y abierta después de una guerra muy prolongada (53 años), y nos encontramos primero con el rechazo, el señalamiento, la estigmatización como es apenas obvio de los sectores de la derecha. Pero también, y hay que decirlo, para poder entender y tener una comprensión objetiva del problema, con una carga negativa muy grande, porque en la última etapa de la guerra hubo una enorme cantidad de víctimas. El Establecimiento logró posicionar un imaginario donde quienes estábamos haciendo la resistencia éramos una especie de “bandidos”, de “terroristas” que le habíamos declarado la guerra a la sociedad.
Transformar eso no es fácil, ha sido un proceso lento, también mediado por toda la estigmatización y el señalamiento que sigue existiendo desde los medios de comunicación, desde estos sectores y la política tradicional. Nos ha generado dificultades en la reincorporación política y en el caso de los sectores aliados de izquierda, democráticos, también hemos encontrado algunas dificultades que nos han tratado de generar cierta resistencia. Por eso nosotros, siendo los primeros que saludamos el proceso de conformación del Pacto Histórico, no encontramos inicialmente una acogida por parte de esos aliados. Hoy en día logramos superar esa situación y hace algo más de un año hacemos parte de la alianza, que es la fuerza política que llevó a la presidencia a Gustavo Petro.
Por cierto, logró elegir una bancada importante de 20 senadores y 32 representantes. Esa nueva realidad, desde el punto de vista electoral, ha hecho más compleja la situación, porque la Constitución colombiana no permite que haya coaliciones para presentar listas unificadas al Congreso si las fuerzas que se van a coaligar suman más del 15% de la votación en esa jurisdicción. Eso le impone al Pacto Histórico una realidad: las fuerzas que se presentaron en esa lista al Senado, para poderse presentar nuevamente en una lista de convergencia tienen que disolverse como partidos, renunciar a la personería jurídica y fusionarse en una sola.
Nosotros no estamos en condiciones en este momento de disolver la personería jurídica de un partido que acaba de surgir de un Acuerdo de Paz que carga sobre sus espaldas una larga tradición histórica y una identidad propia. Entonces, esa limitación nos ha obligado a tener que buscar aliados dentro del espectro político de la izquierda, de los sectores democráticos y del centro que apoyan la Paz. Por eso, el escenario que estamos viendo para el 2026 es que vamos a tener dos grandes
listas al Senado de la República: una que seguramente va a ir apoyada por los sectores fusionados dentro del Pacto Histórico y otra por sectores que apoyamos al gobierno y que nos identificamos con su programa (en Unitarios), pero con un acuerdo que nos permita llevar una sola candidatura a la presidencia de la República.
HC: ¿Qué observaciones y planteamientos se hacen desde Comunes al Gobierno de Petro para garantizar la continuidad del proyecto político, en el entendido de las dificultades que éste afronta: los intentos de golpes de Estado y todos los ataques de parte de la ultraderecha y del imperialismo norteamericano?
JG: Indudablemente, lo novedoso de este gobierno es que ha logrado, en medio de todo los ataques y la oposición que se le ha hecho -desde el Congreso, desde las fuerzas políticas tradicionales, a través de los grandes medios de comunicación- es lograr preservar y aumentar el apoyo popular por medio de la política social que ha venido implementando. Se logró aprobar en el Congreso de la República una reforma pensional que permitirá la pensión de más de tres millones y medio de colombianos y colombianas en edad de jubilarse, que no recibían absolutamente ningún apoyo económico, van a tener un ingreso que les garantice unas condiciones básicas, de tener acceso a unas condiciones de vida medianamente dignas. La Ley sobre la gratuidad de la educación superior en las universidades públicas, que va a permitir a cientos de miles de jóvenes colombianos puedan acceder a la educación pública, la reforma agraria se está atendiendo. Digamos, todo eso va a ayudar seguramente a configurar una fuerza que pueda garantizar la continuidad del proyecto.
Sin embargo, eso no es suficiente, por eso vamos a estar en este último año, antes de que entremos ya propiamente a la campaña electoral de cara al 2026, en un pulso de fuerzas: por un lado, la derecha intentando derribar al gobierno, ya sea impulsando la vía de procesos judiciales (lawfare) o montajes ficticios, conspiraciones. Estamos viviendo un libreto que ya para los latinoamericanos es conocido, de desestabilizar para entorpecer. Por eso el tema de la unidad se impone, y nosotros desde Comunes le decimos al gobierno, hay que tratar de avanzar en generar no solamente la unidad de las fuerzas políticas de izquierda, sino aumentar esa base de apoyo popular, y eso tiene que ver directamente con materializar esas políticas sociales.
Una crítica que se le viene haciendo al Gobierno, tiene que ver con la inexperiencia para gobernar de los sectores de izquierda y la supuesta poca capacidad de ejecutar. Porque se hacen una serie de anuncios bien intencionados, pero otra característica del régimen político colombiano es el entramado jurídico que impide muchas veces que esas políticas sociales se puedan llevar a la realidad. Entonces, ahí debe haber mayor esfuerzo por parte de los funcionarios para que eso se materialice y la gente pueda ver el cambio. Hay que concentrarse en mejorar las condiciones de vida y de existencia del pueblo, tanto en lo material como en lo espiritual.
Hay un tema que nosotros consideramos que va a ser decisivo en el debate político, y es el tema de la paz. Si bien es cierto que con el acuerdo que nosotros firmamos logramos parar lo fundamental del conflicto, que era la guerra entre el Estado y las FARC-EP, producto de la prolongación del conflicto, en los territorios hoy en día se viven distintas formas de violencia que generan grupos que se apartaron del acuerdo de paz. El Gobierno sabiamente propuso la política de Paz Total. Tiene que ver cómo vamos atendiendo las nuevas realidades de esas violencias, desactivando todas esas expresiones del conflicto que se da en los territorios. Desafortunadamente, ahí ha faltado una visión estratégica más clara. Hay un cierto voluntarismo y eso la derecha lo cobra.
La derecha no desaprovecha, porque ellos si algo han aprendido es que el miedo es una herramienta muy importante para movilizar opinión, en eso son expertos y por eso nos parece necesario ajustar y avanzar con mayor claridad y certeza en esa política de paz que, a pesar de los desaciertos, podría garantizar la continuidad del proyecto.
HC: El presidente Petro llamó a construir un partido único que asegure el triunfo electoral para el 2026. ¿Cuál es la postura de Comunes al respecto? ¿Cuál es el estado actual de este debate entre las fuerzas de izquierda y progresistas?
JG: Como ya señalaba, no vimos en este momento condiciones para disolvernos. Sin embargo, como lo he planteado, estamos convencidos que el camino es la unidad. Por eso planteamos desde Comunes buscar otras alternativas.
Fuerzas como Colombia Humana, el Polo Democrático, la Unión Patriótica y otras, se han fusionado en el Pacto Histórico como partido único. Nosotros pensamos en la perspectiva de un Frente Amplio. Las fuerzas que no estamos agrupadas ahí, podemos converger con este sector en un Frente que abarque un espectro de fuerzas políticas, desde la izquierda hasta lo que convendría denominar la centro-derecha, sectores que, siendo de derecha, coinciden primero en la necesidad de consolidar este proceso de los acuerdos de paz y de avanzar en transformaciones democráticas.
Eso abre un espectro muy amplio de fuerzas políticas y sociales que, si hacemos el esfuerzo, vamos a poder aglutinar en torno a una sola candidatura presidencial para el 2026 y a elegir bancadas parlamentarias comprometidas en la convergencia para imponer desde el Congreso las transformaciones que no fue posible concretar en este primer periodo de transición.
HC: Por último, ¿Qué es la plataforma de Unitarios?
JG: Unitarios surge al interior del Pacto Histórico. Inicialmente, nos agrupamos sectores de orientación clasista, partidos que vienen de distintas vertientes de la izquierda y que tienen presencia no solamente en esas estructuras políticas de la izquierda, sino también en importantes acumulados sociales como la Central Unitaria de Trabajadores, el movimiento campesino, el movimiento estudiantil, los movimientos indígenas y negritudes, el movimiento de mujeres y el movimiento juvenil que han cobrado en los últimos años en Colombia un protagonismo muy importante.
En la última etapa llegaron sectores que no estuvieron en el Pacto Histórico y que también vienen de la izquierda: Fuerza Ciudadana, por ejemplo, un proyecto político muy desde lo regional. Además de coincidir en esta agenda de transformaciones que nos hemos planteado desde la izquierda históricamente, ellos han planteado que, atendiendo las realidades históricas, geográficas y demandas de modificación de la estructura político-administrativa del Estado colombiano, se tengan muy en cuenta esa realidad de las regiones. Este sector está encabezado por Carlos Caicedo, Gobernador del Magdalena; tenían la capital, Santa Marta, y les fue arrebatada por una maniobra jurídica.
También llegó a Unitarios el grupo político que lidera el expresidente Ernesto Samper (Poder Popular), un hombre que viene de las toldas liberales, pero que se fue corriendo hacia la socialdemocracia y ha avanzado al punto de llamarse socialista. Nos parece muy interesante ese fenómeno de confluencia de fuerzas que logramos aglutinar. Compartimos objetivos programáticos con el Pacto Histórico, pero no estamos representados ahí.
HC: Muchas gracias por su tiempo. ¿Quisiera agregar algo?
JG: Sólo resaltar la importancia de este esfuerzo de contar con una publicación como Horizonte Comunero. No solamente es válido, sino también necesario. Desde luego, estamos dispuestos a contribuir en todo lo que esté a nuestro alcance para que se haga realidad; se trata de un proyecto que incorpora las experiencias de todos los pueblos cercanos en este ejercicio de disputar la hegemonía ideológica y política, que ha sido base fundamental para la prolongación de la dominación no solamente imperialista, sino de las burguesías en cada país.