De camino a la traición

De camino a la traición

Crónicas de tiempos duros VII

Primera parte.

Segunda parte.

Tercera parte.

Cuarta parte.

Quinta parte.

Sexta parte.

Por: Gabriel Ángel

Por encima de la agresión terrorista, de la propaganda imperial y de la catástrofe del modelo soviético, representamos, con otras fuerzas del mundo, la esperanza popular de avanzar en firme hacia una sociedad igualitaria construida sobre los cimientos del humanismo revolucionario.

Alfonso Cano.

Tres grandes temas ocuparon la atención central del camarada Alfonso Cano en los dos últimos años de su trasegar revolucionario. El primero de ellos fue la solución definitiva de las contradicciones con el Ejército de Liberación Nacional, ELN. El segundo, la definición del complicado tema de los prisioneros de guerra. El tercero, que lograría culminar también satisfactoriamente al precio de su propia vida, era a su vez el objetivo que había perseguido durante toda su vida, la solución política, la salida pacífica al conflicto armado colombiano.

De los dos primeros podemos ocuparnos en otra oportunidad. Pero por la importancia de su apuesta por unas conversaciones de paz, y porque revela de manera diáfana la catadura del régimen político colombiano y de la oligarquía que gobierna al país, vale la pena detenerse en el sacrificado esfuerzo de Alfonso Cano por la concreción de conversaciones de paz.

El país y el mundo conocieron a Alfonso Cano al lado de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas en Casa Verde, cuando los diálogos con Belisario Betancur. Y luego lo habían admirado en su papel como cabeza de la delegación de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en Caracas y Tlaxcala. Todos supimos del papel que sus análisis y orientaciones jugaron en el proceso de paz del Caguán con el gobierno de Andrés Pastrana en pleno tránsito al siglo XXI.

A finales de 2010, recibida la propuesta de celebrar un primer encuentro entre las FARC-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos, llegaba el momento para aplicar toda su sabiduría y madurez como cuadro de la revolución colombiana, al asumir la responsabilidad de conducir los pasos de nuestra organización en la vía de las conversaciones de paz. Así lo entendió él, y por eso sus primeras apreciaciones al Secretariado, a mediados de octubre, fueron:

Cada vez que hemos iniciado acercamientos con los distintos gobiernos para dialogar sobre soluciones políticas, la oligarquía está presupuestando la terminación del alzamiento armado sin absolutamente ningún cambio importante en las estructuras socio políticas del país y nosotros en dinamizar el proceso revolucionario de tal forma que se acorten los tiempos de las transformaciones en Colombia.

Lo particular de la propuesta de Juan Manuel Santos, es la idea base del gobierno que va a dialogar contra una fuerza derrotada.

Recogiendo las diferentes opiniones vertidas al respecto, les propongo responder lo siguiente, por la misma vía, de manera puntual y sin el formalismo de una carta:

1. Nuestra voluntad de diálogo, para buscar salidas políticas al conflicto, está, como siempre, vigente.

2. Allana el camino el hecho que el Presidente encuentre justos nuestros planteamientos expuestos en La Plataforma Bolivariana.

3. Valoramos que tenga designado a su hermano Enrique para los contactos que se proponen.

4. Le proponemos un primer encuentro reservado, en territorio colombiano, en zona fronteriza con Venezuela, con la anuencia del gobierno de la hermana república, que debe gestionar el gobierno colombiano.

5. De nuestra parte asistirían dos integrantes del EMC de las FARC.

6. El objetivo de tal reunión sería exclusivamente, precisar las circunstancias y garantías para un encuentro entre delegados plenipotenciarios, del gobierno y las FARC, que defina una agenda de reconciliación y paz ”.

La clara posición que el comandante Alfonso Cano proponía exponer al Presidente Santos era la respuesta al mensaje recibido de él unas semanas atrás, y del que el camarada informó así al Secretariado de la organización:

Hace 10 días recibimos, vía Pablo, una larga comunicación del mismo amigo a través del cual Álvaro Uribe nos mandó la propuesta de conversar en secreto, el pasado mes de Julio. Resumo lo esencial del mensaje, que es un informe de memoria del amigo. Lo que va entre comillas son las afirmaciones de Juan Manuel Santos.

Un abrazo, Alfonso.

– El 6 de septiembre se reúne el amigo de Pablo con el Presidente durante 2 horas y media. Santos le dice que quiere “parar la guerra y negociar ya el conflicto histórico con las FARC. Las razones de lucha de las FARC son ciertas y valederas, pero lo que le hace daño al país son los métodos de lucha que usan”. “Estoy convencido que las causas que originaron la lucha de las FARC son negociables, su plataforma de 12 puntos es un programa mínimo, allí hay espacio para una negociación y para llegar un acuerdo”.

– «Dígales que quiero hacer la paz con las FARC. Quiero hacer historia. Que los invito a que dialoguemos en un encuentro secreto, que puede ser en Brasil o en Suecia. Para eso daré las garantías. Ya conversé con Amorin y Jobin, ministros de relaciones exteriores y defensa del Brasil y tengo todo el apoyo de ese país, para que nos facilite su territorio y logística a fin de realizar este encuentro secreto entre el gobierno colombiano y FARC”.

– “Con Suecia también está todo adelantado y aprobado por parte del gobierno sueco, para realizar este encuentro secreto, que es realmente eso: secreto y directo entre dos delegados del gobierno y dos delegados de las FARC. Que no habrá intermediarios, ya sean países o personas, porque la paz en Colombia es una responsabilidad de los colombianos y de nadie más. Dígales que en ese encuentro secreto, analizaríamos y acordaríamos todo lo necesario para una negociación política del conflicto y que cuando todo esté acordado y el gobierno y las FARC lo crean conveniente, entonces hacemos público lo acordado».

– “Dígales que sería muy positivo que de parte de las FARC estuvieran en ese encuentro secreto dos personas del Secretariado, y que de parte del gobierno estarían, como delegados directos míos, mi hermano Enrique Santos y Frank Pearl”.

– “Esta conversación puede ser, primero dentro del país, de manera secreta y luego en el Brasil o en Suecia, con los delegados”.

– “Dígales que ese tema de la paz, por el momento y hasta que no se avance en la actual propuesta, solo será manejado conmigo y que usted es el único autorizado para llevar y traer estos mensajes. Que yo conversaré personalmente con usted, acerca de esto y que por el momento no delego en nadie este tema y que ustedes, las FARC, por favor, utilicen este mismo canal, por donde estoy enviando este mismo mensaje, para evitar filtraciones. Dígales que yo quiero que hagamos la paz, con dignidad y sin mentiras. ”

Que quiero que hagamos historia.”

Que esperamos su respuesta secreta, ojalá en sentido positivo, a través suyo.”

Dígales que esta propuesta es secreta y que si se llega a filtrar o a hacer pública o conocida, por alguna de las partes, entonces el gobierno negará que esa propuesta de encuentro secreto se haya hecho».

En ese momento resultaba inimaginable que al enviar Santos un mensaje en el que propone sentarse a dialogar de paz, con dignidad y sin mentiras, estuviera simultáneamente emitiendo la orden de dar muerte al destinatario de su propuesta. Con más razón, meses adelante, cuando había obtenido respuesta afirmativa y se hallaba en curso en varias sesiones y lugares ese primer encuentro, mientras Santos y Alfonso Cano se cruzaban por intermedio del facilitador permanentes comunicaciones y proposiciones de acuerdo. El Presidente tejía su traicionera decisión pacientemente, mientras mandaba a decir en una u otra ocasión:

Está bien, acepto totalmente esta propuesta. Me sigue gustando el tono franco y directo de sus respuestas. Dígales que la esencia sigue siendo la confidencialidad.

Estos primeros encuentros se harán en medio de «la pelotera» hasta que acordemos cambios en la guerra.

Alfonso Cano era un hombre demasiado agudo como para no percatarse de las intenciones del gobierno. Por esa razón comunicaba al resto del Secretariado a fines de febrero:

Por las características del operativo, parece que el Presidente quiere llevar mi cuerpo inerte como primer punto de la reunión.

Y a mediados de año:

Los controles para abastecernos, los sobrevuelos, desembarcos, bombardeos y ametrallamientos no cesan, día y noche, en una zona geográfica muy estrecha y cada vez más copada por fuerzas del estado…

El riesgo que a uno lo golpeen, es permanente. Pero con alta disciplina y gran responsabilidad se sale adelante, cumpliendo con las tareas y con los deberes que le corresponden, porque de lo contrario, la vida de ninguno de nosotros tiene sentido. Pienso que si alguna vez me sucede algo, la razón de peso han de ser mis rodillas, huesos, reflejos, etc., que pierden efectividad en la medida que pasan los días y ya no rinden todo lo que quisiera para subir y bajar estas lomas…

Hoy está perfectamente claro que las constantes trabas puestas por el lado del gobierno durante aquella reunión de encuentro y que obligaban a prolongados aplazamientos entre una y otra sesión, apuntaban a asegurarse que Alfonso Cano, el comandante de las FARC-EP, estuviera muerto para cuando se iniciaran las conversaciones. Ni siquiera podía estar vivo para cuando se diera comienzo al encuentro exploratorio que se preparaba.

A eso apuntó el complot planeado por Juan Manuel Santos y el alto mando militar, inspirados obviamente por sus amos imperiales. Lo confirman las declaraciones del general Juan Pablo Rodríguez, comandante de las Fuerzas Militares, en el video que recién difundió el Ejército colombiano por la televisión:

En ese momento el objetivo de alto valor estratégico iba a estar tranquilo, porque no iba a tener conocimiento de que se estuviera planeando una operación contra ellos. Siempre utilizamos una operación de engaño y eso nos dio muy buen resultado.

Pretende el general hacer creer que el engaño a Alfonso Cano consistió en concentrar en Palmira, Valle, las aeronaves con las que sería realizada la operación contra él. Está claro cuál fue el verdadero engaño. Ese del que sólo el Presidente, el Ministro y cuatro generales tuvieron conocimiento: usar las aproximaciones al diálogo para asesinarlo. No les interesaba ninguna reconciliación, ni siquiera su captura, lo único que los animó siempre fue su muerte, al precio de la traición.

Una lección que las FARC-EP tenemos presente en cada instante. La misma oligarquía que firmó las capitulaciones en Zipaquirá con los Comuneros, con la previa determinación de traicionarlos y ejecutarlos ejemplarmente, se halla representada con sus delegados en la Mesa de Conversaciones con nosotros. El pueblo de Colombia, los millones de hombres y mujeres que sueñan con la paz para nuestro país, tienen en sus manos permitirles continuar obrando con su afán de dominación y sangre, u obligarlos a jugar limpiamente y sin trampas, con el ánimo real de alcanzar por fin una nueva Colombia, democrática y en paz, para las generaciones venideras.

Montañas de Colombia, 4 de noviembre de 2014.

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