El Acuerdo de Paz en Medellín

El Acuerdo de Paz en Medellín

Fredy Escobar Moncada

Hay una tendencia a enfocar la Implementación del Acuerdo de Paz solo en zonas rurales; así logró opacar el potencial transformador del AP en los centros urbanos y alejar las metas contra la pobreza de los Planes de Desarrollo y las agendas políticas. Existe un interés en posicionar la idea de que la guerra nace, crece y se reproduce allá, en la Colombia profunda. Es justo: hay territorios con mayor afectación y fueron priorizados. Pero el Acuerdo es de escala nacional, ahí están las causas, las consecuencias y las persistencias del conflicto social y armado. El Estado lo reconoció.

1. Con la Reforma Rural Integral, Medellín adopta la transformación de la relación campo-ciudad y asegura los recursos estratégicos de la vida. Mejora la situación de la mayor parte de su territorio que es suelo rural y de su población campesina. La Implementación del AP impulsa la producción agropecuaria y otras actividades no agrícolas en sus corregimientos y veredas, integradas a la zona rural departamental. De aquí se desprende una política de soberanía alimentaría clave, en especial en tiempos azarosos para la humanidad concentrada en zonas urbanas.

2. Medellín tiene experiencias de planeación del desarrollo local y esas prácticas democráticas impulsadas desde abajo tienen lugar en el punto 2, Apertura Democrática. Allí se recogieron los planes participativos de diferentes escalas. El presupuesto participativo, sin éxito en la lucha contra la pobreza, tiene una oportunidad en las transformaciones legales derivadas del AP. Aún no se cumple con cambiar la Ley 152 y democratizar el Sistema Nacional de Planeación. Los ajustes a la democracia también facilitan que los pobres puedan acceder al poder de la administración municipal.

3. La reincorporación a la vida civil es objeto del Punto 3. En Medellín vive y transita un número importante de excombatientes de las ex FARC-EP, de otras fuerzas insurgentes, estatales y para estatales. Los fracasos en esta materia se convierten en factor de persistencia del conflicto y de la violencia urbana. La falta de atención deja la amenaza permanente de la pobreza, el asesinato, la cárcel o la reintegración a las armas.

4. El punto 4 plantea una evaluación a la política contra las drogas y Medellín tiene autoridad para hablar de su fracaso. Si bien hay súper intereses en mantener la represión, lo cierto es que la población ha sentido las consecuencias en la victimización masiva de esa guerra que se enfoca en los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico. Es claro que no se acordó la legalización, pero sí hay mecanismos en la tarea de trabajar sobre ello, incluyendo los componentes de salud pública y prevención.

5. A Medellín le hará bien el Sistema de Verdad con la Justicia Transicional. La zona rural y urbana merece conocer por qué de la victimización, no solo del pasado: el desplazamiento intraurbano, el reclutamiento, las desapariciones y otros componentes de la guerra y el conflicto urbano están aquí frente a todos y todas. Sin el ánimo exclusivo de enviar a la cárcel a nadie, Medellín merece conocer diferentes versiones de la violencia política, que también la hay en esta tacita de plata. Hay agenda de paz.



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