La Corte Constitucional determinó que hay una violación sistemática del Acuerdo de La Habana por parte del gobierno nacional, principalmente por cuenta del asesinato de casi trescientos exguerrilleros que dejaron las armas tras la firma del acuerdo de paz.
En ese sentido, la Corte declaró el estado de cosas inconstitucional, pues no ha habido suficientes acciones encaminadas a la protección de la vida y la integridad de quienes hicieron parte de las extintas FARC-EP. Debido a esas faltas de garantías, la Unidad Nacional de Protección debe revisar los esquemas de protección individuales y colectivos con el fin de mantenerlos o reforzarlos, además que se debe contar con el presupuesto adecuado para ello. Esto, para garantizar la efectiva reincorporación de quienes han estado firmes en su palabra, mientras las balas asesinas han seguido rodando y acabando con la esperanza de un país en paz con justicia social, pues la guerra ha venido incrementándose durante el actual gobierno que prometió hacer trizas el acuerdo.
De fondo, el problema ha sido la falta de voluntad política del gobierno con la implementación efectiva del acuerdo, que sólo le es útil para la foto y la solicitud de recursos internacionales, pero que no ha sido capaz ni de lo más básico: preservar la vida de quienes se reincorporaron a la vida civil y ni qué decir del grueso del acuerdo, pues, por ejemplo, el punto 1 Reforma Rural Integral es todavía una quimera.
Es tal la desidia por parte del gobierno, que la magistrada Cristina Pardo afirmó que, de seguir la tendencia, “lleguen a presentarse alrededor de 1.600 casos de homicidio a desmovilizados”. Si bien es un avance esta decisión de la Corte Constitucional, no deja de llamar la atención que la votación haya sido reñida, de cinco votos contra cuatro, pues el uribismo ha venido sistemáticamente tratando de controlar ésta y las demás cortes.
El Partido Comunes sigue firme en su palabra, por lo que seguirá defendiendo el acuerdo de paz, aunque esperamos que por eso no nos siga costando la vida.
Para la paz con justicia social, todo. Para la guerra, nada.