25 Nov Las mariposas, las rosas, las mujeres luchadoras siempre vivas
Por: Martha Cano, militante de Comunes Tolima
“Quiero una huelga donde vayamos todos,
una huelga de brazos, de piernas, de cabellos,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos
del tirano que se marcha”.
Gioconda Belli
Hace 40 años, en el 1° Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se estableció el 25 de noviembre como el Día de Lucha Contra la Violencia Hacia las Mujeres, el hecho histórico rememora el aterrador asesinato de las hermanas Mirabal: Minerva, María Teresa y Patria, las mariposas luchadoras que durante años se vincularon a la lucha revolucionaria clandestina para acabar con la injusticia de una dictadura militar.
Hace ya 9 años, Rosa Elvira Cely, una mujer trabajadora colombiana, fue brutalmente asesinada y violada en el Parque Nacional en la ciudad de Bogotá. Luego de este trágico hecho, en el año 2015, se promulga la Ley 1761, que lleva el nombre de nuestra rosa, donde se tipifica el feminicidio en Colombia.
Son muchas rosas y mariposas sembradas en el jardín de las mujeres, niñas, adolescentes, jóvenes y adultas que han perdido la vida de formas brutales; torturadas y vilipendiadas como si sus vidas no tuvieran el valor incalculable de la existencia humana.
Todos los años salimos a las calles y difundimos por redes las conmemoraciones que, en torno a este día se realizan en todo el mundo; pero la violencia no cesa, las cifras aumentan y todas las formas de violencia siguen replicándose sin parar.
En este mismo momento, en algún lugar del mundo, niñas están siendo vendidas, esclavizadas y prostituidas, ellas no pueden salir a marchar ni gritar: “¡Ni una menos!”. Este es un derecho que la lucha feminista se ha ganado a pulso, pero sus voces, las de ellas, no se pueden escuchar.
En este mismo momento, en algún lugar del mundo, las mujeres jóvenes están desapareciendo, nadie sabe de ellas, nadie dice nada. Ellas no podrán decir a nuestro lado: “¡Nos queremos vivas!”… no sabemos si algún día podrán volver a nuestro lado.
En este mismo momento, en algún lugar del mundo, las mujeres mayores viven en la mendicidad, enfermas y con el rigor que trae la vejez; pasan por nuestro lado, pero ni tienen las energías para marchar por horas o bailar al ritmo de los redoblantes gritando arengas: “¡Abajo el patriarcado que va a caer!”. No pueden.
Hoy, nuevamente, es el día donde amanecemos con la confianza en nuestros corazones de que el patriarcado va a caer y que, desde cada trinchera de lucha, haremos todo lo posible por que se materialice nuestro sueño de justicia; que nuestras rosas vuelvan a florecer y nuestras mariposas nos señalen el camino del porvenir; pero, hermanas, la lucha feminista no cesa y requiere de nuestro esfuerzo individual y colectivo, de la reflexión constante, de acciones permanentes y de escuchar con dulzura las voces de las mujeres que rodean la existencia de cada una, porque no queremos decirle adiós a nuestro jardín de mujeres luchadoras.