Luz Marina Giraldo, en reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ONU

Luz Marina Giraldo, en reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ONU

Por primera vez en la historia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), una exguerrillera de las desaparecidas FARC-EP es invitada por el Secretario General a participar en las secciones de este organismo.

Luz Marina Giraldo, firmante del Acuerdo de Paz, ha dedicado su tiempo y esfuerzo a trabajar porque el gobierno cumpla lo acordado en La Habana.

Su compañero de vida fue asesinado en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación «Mariana Páez», en el departamento del Meta.

Luz Marina, en compañía de otras mujeres que corrieron con la misma suerte, conformaron la Fundación “Sin Olvido”, para ayudar a las mujeres que, como ella, han perdido a sus compañeros y que han quedado solas con sus hijos e hijas. Dicha fundación actualmente cuenta con 30 asociadas, todas firmantes del Acuerdo de Paz o esposas de firmantes que han sido asesinados en este proceso de reincorporación. Hoy no se sabe a quién le toque el turno. Por eso, ellas se organizan para, entre todas, buscar protección y seguridad.

“A estas mujeres se les ha apoyado en la reclamación de sus pensiones y sus derechos. Para la ONU no es un trabajo desconocido, ya que ellos han apoyado y asesorado para la creación de la fundación y para el fortalecimiento de la misma. He participado en espacios y por lo mismo coincidido con el Secretario General Antonio Guterres, quien escuchó mi caso y el de estas mujeres y me invitó a participar en el Consejo de Seguridad en el que leí el documento que narra nuestra historia y la necesidad de que la comunidad internacional conozca nuestro sentir”.

Como siempre, el gobierno colombiano a través de su Alto Comisionado de Paz, el señor Emilio José Archila, salió con declaraciones poco afortunadas. En su intervención, el señor Archila expresó que Luz Marina no puede reclamar derechos, porque a ella se le ha garantizado estudio, vivienda, salud y seguridad, desconociendo su liderazgo, su compromiso con la construcción de paz, pero también las dificultades de este proceso, generadas o poco atendidas por la actual Administración y sus instituciones.

Desde las Comuneras rechazamos con energía estas posturas.

Dejamos para ustedes la intervención de Luz Marina Giraldo:

 

DE HIJOS E HIJAS A HUÉRFANOS DE LA PAZ

Buen día para todos.

Un atento saludo a los integrantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a los delegados de los países que nos acompañan en esta sesión, a todas las demás personalidades aquí presentes y especialmente, un saludo cargado de esperanza y sueños de paz para el pueblo colombiano. Agradezco a todos, por permitirme estar aquí.

Deseo que a través de mi voz escuchen las voces de los y las firmantes de paz y la de sus familias, que día a día se levantan mirando al sol con una plegaría de paz, solicitando fortalezas y bocanadas de aliento para proseguir en la ardua lucha por la construcción de paz, a pesar de las adversidades que sorteamos diariamente.

Vengo en nombre de la señora Camila, de doña Daniela, de Esperanza, de Rosa y de todas las mujeres que han quedado viudas al perder a sus esposos y compañeros, quienes fueron líderes sociales, excombatientes asesinados firmantes o incluidos dentro del acuerdo de paz. Hoy también vengo en nombre de los hijos e hijas de la paz, refiriéndome a las niñas y niños que nacieron en el marco del diálogo, así como aquellos que nacieron en medio de la confrontación y que ahora por fin, hacen parte del seno familiar, pero especialmente vengo en nombre de los niños de la paz que han perdido a sus padres por ser lideres sociales. en nombre de las víctimas de este conflicto armado que queremos acabar, pero que no nos ha sido posible, de aquellos que huyen despavoridos de los escenarios de la confrontación armada, como sucede en estos momentos en Arauca o en la sabana del Yari, de aquellos que siguen abandonando sus hogares buscando proteger sus vidas, de aquellos que ante el flagelo de la guerra y la ruina económica no tienen más salida que padecer los vejámenes de un sistema excluyente, de aquellos excombatientes que tras creer en un proceso de paz que sacaría a Colombia de la guerra, ahora son víctimas de una guerra que no terminó, de aquellos campesinos y líderes sociales que mueren sin ser parte de la guerra, por ellos lucho incansablemente, por ellos estoy aquí.

Cuando uno revisa el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, descubre en ese documento de 310 hojas, se menciona la palabra familia, más de 92 veces, y esto, no es una casualidad. Por el contrario, el Estado colombiano y nosotros los excombatientes, coincidimos en un interés común por reconocernos sin diferencia alguna, y por garantizar la superioridad de los derechos inalienables del ser humano, como cimiento para conseguir la armonía personal y la de nuestras familias. Pues fue precisamente ese, el sueño de tener una familia conformada por padres, madres, e hijos que no combatían, lo que nos llevó sin lugar a duda, a abandonar para siempre la lucha armada.

Cuando hacíamos la guerra cargábamos sobre nuestras espaldas maletas de campaña repletas de inconformidad por la desigualdad que se encontraba por doquier en Colombia. Hoy que tejemos la paz, cargamos sobre nuestras espaldas la responsabilidad histórica de generar reconciliación, convivencia y tolerancia, aunque ahora directamente soportamos esa desigualdad que siempre recalcamos y que nos llevó a la confrontación.

Nuestro compromiso por la construcción de una paz perpetua y por la restauración de las víctimas del conflicto, hace que cada día que vivimos en sociedad, y cada paso que recorremos en la implementación del acuerdo de paz, no olvidemos ni invisibilicemos a todos aquellos a quienes causamos daño y por los que siempre hasta el final de nuestros días estaremos profundamente arrepentidos, por lo cual ahora estamos comprometidos de por vida, para que esa violencia que nos ha hecho sufrir, jamás vuelva a estar entre nosotros.

La implementación de lo acordado supone un indestructible compromiso de todos, porque la igualdad y la protección del pluralismo se garanticen sin ninguna discriminación, para que sea real y efectiva la adopción de medidas positivas en favor de grupos discriminados o marginados, teniendo un enfoque territorial, diferencial y de género.

Precisamente, la estigmatización, la polarización y la discriminación social, han impedido el cumplimiento de esos fines del estado social de derecho, han impedido que nuestros niños y jóvenes tengan acceso eficiente a unos servicios públicos como la educación superior, el acceso a los sistemas de salud, al sistema de seguridad social integral e inclusive, al sistema financiero y al mercado laboral. Pese a que, en el marco de ese gran acuerdo de paz, se consagraron como principios fundamentales la igualdad, el perdón y la reconciliación.

Pero la dura realidad nos muestra con hechos fehacientes, un rechazo generalizado, una frivolidad no solo hacia nosotros, sino hacia nuestros hijos, los hijos de la paz, quienes no tienen a su cargo la responsabilidad de los hechos acontecidos durante el conflicto, mucho menos, los hijos de los líderes sociales asesinados durante la implementación de lo acordado.

Por eso hoy quiero hacer un llamado a la nación colombiana, para que los gremios y federaciones de empresarios del sector privado, los sistemas de seguridad social integral, el sistema financiero, el sector educativo y los señores Jueces Civiles, Laborales y de familia, no olviden, que el sistema transicional que nos lleva hacia la paz con legalidad, exige de todos un enorme compromiso para que nuestras viudas e hijos de excombatientes asesinados reciban un trato de igualdad en la diferencia, y así puedan acceder a unas garantías mínimas como el acceso a la educación superior, el acceso eficaz a los sistemas de salud, el acceso a la oferta laboral y financiera, y el acceso a sistemas y derechos de seguridad social integral, por ejemplo, el derecho a una pensión de sobreviviente o una renta básica a pesar de que la conformación de la familia del excombatiente o la unión marital de hecho no supere los dos años de convivencia, debido precisamente a la muerte prematura y violenta del padre o madre reincorporada.

Quiero hacer un llamado al Gobierno Colombiano para que no olvide, que la palabra familia repetida 92 veces en el acuerdo, significa que ella es el epicentro no solo de la sociedad, sino de todos los que hemos dejado las armas para creer fielmente en la democracia. La palabra seguridad citada en lo convenido, no solo se refiere a los medios y mecanismos capaces de brindar disuasión frente a los riesgos que corremos, sino que, de acuerdo a lo pactado, la seguridad también debe concebirse como valor democrático y bajo la perspectiva del humanismo, que debe inspirar la actuación del Estado.

Hoy queremos recordar que el Acuerdo está compuesto de una serie de acuerdos, que sin embargo constituyen un todo indisoluble, en el que el enfoque territorial aplicado, debería evitar que suframos desplazamientos en las regiones y territorios, para huir de las desapariciones forzadas, del homicidio, la amenaza y de la falta de oportunidades.

Las mujeres viudas y las hijas huérfanas en el post acuerdo, constituyen una población especial sobre las que, con urgencia, debe consolidarse con enfoque de género, un robusto plan que les impida caer en las trampas de pobreza, para que jamás sean objeto de ser cosificadas, o, víctimas de cualquier estereotipo de violencia de género o discriminación.

Por eso, la palabra familia debe ser parte integral del concepto de seguridad, y no puede quedar escrita 92 veces como letra muerta en el acuerdo, así como tampoco, las mujeres, niñas, niños y lideres que están siendo asesinados o sufren por ello, pueden seguir siendo considerados como cifras de una tecnocracia que cree que el homicidio de lideres sociales y la afectación de las familias solo son el coste de un acuerdo que han tratado de hacer trizas y aun así seguimos insistiendo día a día para que Colombia tenga un futuro distinto , la paz que todos queremos y necesitamos está en nosotros está en la capacidad de perdonar, porque LA PAZ NACE DEL ALMA .

Como decía mi esposo. He sufrido la guerra, he soñado la paz y he crecido en esperanzas y amor. Firmamos nuestro compromiso de paz en el ETCR Mariana Páez en aquel 2017 que nos llenaba de ilusión por ver a Colombia convertida en un territorio sin guerra. Llegué de la mano de mi amado compañero y esposo Alexander Parra, con él firmamos nuestro compromiso de paz como una pareja iluminada por el amor, nuestras miradas se encontraban en un destello sostenido de pasión, ternura y sueños de paz, lejos de la zozobra de la confrontación.

Pensando que La paz nos brindaría la posibilidad de reunificar nuestra familia, reunir nuestros hijos, era la posibilidad de amarnos expresando y cumpliendo nuestras ideas y convicciones, sin la angustia del combate, del bombardeo, del odio, de la persecución.

Hoy es un día importante y me gustaría agradecer el trabajo de la MISION DE VERIFICACION DE LA ONU su rol a sido fundamental para garantizar la implementación del acuerdo, a los países garantes y al consejo noruego por la invitación y quisiera aprovechar la oportunidad para pedirle a la comunidad Internacional, desde el fondo de nuestras almas, que no nos dejen solas.

Muchas gracias.

Dejamos acá también Link del evento.

https://media.un.org/en/asset/k1y/k1ydwjdb0p

 

 

 



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