21 Ene Mujeres territorios rurales, cuidado y lugares para la niñez
Por Laura Ramírez, Regional Risaralda
Durante la pandemia la situación laboral se transformó de manera significativa en las ciudades. Sin embargo, en la ruralidad las labores de cuidado, de la siembra y de los animales de corral siguieron el curso natural del empleo del tiempo. La distribución del tiempo en la vida cotidiana continuó bifurcándose en el cuidado de familiares y el cuidado de la siembra de pan coger para las mujeres de los Espacios Territoriales.
En el último mes del año 2020, en la Nueva Área de Reincorporación (NAR) Jimmy Tatamá, ubicado en la vereda Amurrupá, en el corregimiento de Santa Cecilia, municipio de Pueblo Rico, Risaralda, las mujeres y el resto de la comunidad emplearon su tiempo para fortalecer las economías propias a partir del cuidado de animales de corral como gallinas de engorde y ponedoras. De igual forma se llevó a cabo la implementación de la infraestructura de estanque para la cría de tilapias, como proyecto colectivo implementado por la comunidad firmante de la paz.
La meta, para esta temporada, de mujeres y hombres, en conjunto con la Comisión Departamental de Mujer, Género y Diversidad de Risaralda, fue establecer un lugar para el desarrollo del juego, el encuentro colectivo de los niños y niñas que habitan la NAR. Se tomó como premisa el juego como estrategia para el desarrollo integral del ser humano en la etapa temprana, que ayuda a fortalecer el encuentro con los pares desde el establecimiento de reglas y el desarrollo de habilidades y destrezas. La propuesta, aún en construcción, constituye un peldaño para la superación del conflicto y las desigualdades sociales que existe entre el campo y la ciudad.
La construcción de un lugar para el juego es indispensable para contribuir a la tarea del cuidado desarrollada en un 90% por las mujeres y tributa de forma positiva al desarrollo intelectual de la niñez, ya que permite generar una conciencia del yo en relación con los demás participantes del juego. Es así como uno de los planes de distribución territorial en la NAR está dirigido al fortalecimiento de espacios colectivos privilegiando a los niños y niñas que residen en el Jimmy Tatamá.
Así se sigue apostando a la construcción de paz en el territorio, a pesar de la pandemia.