Una respuesta necesaria al ELN

Una respuesta necesaria al ELN

Antonio García, comandante del ELN, escribió una columna que publicó en la red X, en su perfil personal, a la que bautizó Una explicación necesaria.

Aspira con ella a explicar las razones por las cuales la organización que dirige obra como lo hace en el Catatumbo. Con insinuaciones de que hay mucho más por decir y lo hará.

Llama la atención que pretenda escandalizar con su conclusión final de que el gobierno Petro se ha concertado con las disidencias para combatir al ELN.

Al comienzo confesó que su organización se alió con John Mechas y otros antiguos milicianos ex FARC y que les dio todo su apoyo para armarse y crecer.

En esa lógica, es malo que un grupo criminal se alíe con un tercero para combatirlos a ellos, pero no es malo que lo hagan ellos, sabedores de que su propósito era asesinar a los firmantes de paz.

Tal como el supuesto miliciano John Mechas se lo confesó de entrada al Frente que lo acogió. Bastó con que difamara del Acuerdo Final de Paz y de las extintas FARC para recibirlo con emoción.

Una conducta de vieja data en el ELN. Eso, exactamente, era lo que diría cualquier agente pago de la ultraderecha enemiga de la paz, pero no se les ocurrió esa posibilidad.

Ahora contaban con un aliado. Si el ELN obró así en el Catatumbo, con el aval de su dirección nacional, cabe pensar que hizo lo mismo en otras áreas del país.

De hecho, también confiesa Antonio García que trataron con Richard, ahora sí un agente de la inteligencia militar, porque violó los acuerdos que establecieron al principio de su relación.

Por lo cual se abrogan el derecho de matar a todos los que a su juicio colaboran con él. Como si los habitantes de los territorios no vivieran entre dos fuegos, obligados a servir a unos u otros.

Los firmantes en el Catatumbo, asediados por el ELN, el EPL, las disidencias y las mafias son hoy campesinos, hombres de paz, que sufren las mismas presiones que todos allá.

Los firmantes de paz fuimos guerrilleros desde mucho antes de que naciera el ELN, no vale la pena pretender enseñarnos como son las cosas en la zona rural. Las conocemos muy bien.

No nos sorprende que el discurso de Richard, nueva estrella de los medios, coincida exactamente con el del ELN, en su desprecio al Acuerdo de Paz y los firmantes.

Acuerdo que, por cierto, parece que nunca han leído. Un solo punto del mismo, el que trató sobre el fin de la confrontación, se ocupó de la reincorporación tras la dejación de armas.

Pactamos con el Estado una Reforma Rural Integral, una solución al problema de las drogas, reformas de fondo para la participación democrática, garantías de seguridad, entre otros temas.

La experiencia nos enseñó que matanzas como las que realiza hoy el ELN en el Catatumbo jamás producirán ninguna revolución. Una lucha armada de tantos años se degrada.

Lo vivimos, lo reconocemos. Personalmente traté varias veces el tema con Gabino, sorprendidos los dos por la descomposición que hacía metástasis en las dos organizaciones.

Fuimos consecuentes. La lógica armada, el desangre y el sufrimiento que genera, tiene que llegar a su fin. Ningún fundamentalismo ideológico sirve para justificar los crímenes.

Hoy sabemos de las víctimas y su dolor, lo comprendemos, reconocemos la ceguera que nos afectó al privilegiar un discurso sobre la realidad. Les pedimos perdón, no nos avergonzamos por ello.

Eso requiere grandeza moral, nos hace más humanos. Liberación o muerte, en cambio, resulta demencial. La muerte termina ganando, basta con ver la historia de nuestro país.

El Acuerdo Final de Paz no fue obra del último Secretariado de las FARC. La X Conferencia Nacional, con más de mil delegados elegidos por las bases guerrilleras, lo aprobó por unanimidad.

Un hecho público que el ELN conoció bien, aunque ahora prefiera creerle a un aparecido que llegó a decirles otra cosa. Eso da una medida de su actual estatura política.

No hay que olvidar que un partido político prometió hacer trizas ese Acuerdo, y que durante su gobierno nacieron y florecieron sospechosamente todas esas disidencias, apoyadas por el ELN.

Poco o nada hizo Duque por el cumplimiento de lo acordado. Y, lastimosamente, el gobierno actual, dejó pasar todas las oportunidades para hacerlo efectivo. Mucha retórica, pocos hechos.

Lo cual no nos conduce a condenar el proyecto político del que surgió, expresado en más de once millones de colombianos en las urnas, como sí lo hizo el ELN desde el comienzo de este gobierno.

La enrevesada sapiencia de su dirección no ha acertado en ninguna de sus posturas políticas. Menos en su accionar militar, reducido a acciones terroristas aisladas que dan más bien pesar.

Cualquier colombiano o colombiana, en cualquier calle o vereda, condena hoy al ELN, lo iguala al paramilitarismo, cosa que la absurda obstinación de sus dirigentes se niega a ver.

No sólo han hecho ruina de la política de paz, equivocada o no, del actual gobierno. Han contribuido a desprestigiar el proyecto transformador, le han abierto las puertas a la ultraderecha.

Todo eso a nombre de la creación de una nueva sociedad, post capitalista por demás, que aseguran terminarán creando con el pueblo que los sigue. Despierten, por las buenas nadie los sigue.

Nosotros, sin arrogancias, hemos luchado ocho años por el cumplimiento de Acuerdo de Paz, y lo seguiremos haciendo. No nos acabó la ultraderecha, menos el ELN.

RODRIGO LONDOÑO ECHEVERRI
Presidente de COMUNES
23 de enero de 2025