Análisis sobre la inclusión de los objetivos de desarrollo sostenible en el plan de desarrollo municipal “Sevilla nos une”

El modo de producción capitalista, en el último siglo ha llevado al planeta a un desgaste de sus diversos recursos naturales, ha profundizado la brecha entre ricos y pobres en el mundo y ha condenado algunas regiones del planeta como América Latina, El Caribe y África a sumirse en una dependencia industrial y tecnológica que limita sus posibilidades para avanzar en procesos de crecimiento económico y desarrollo humano integral.


Las premisas que guían el sistema de mercado imperante, basadas en el consumismo y la acumulación desmesurada de riquezas, por parte de una pequeña minoría del planeta y al interior de cada país, ponen en riesgo la supervivencia de las presentes y futuras generaciones.

El modo de producción capitalista, si bien ha mostrado ser la fase de la especie humana en la que más innovación ha existido con relación a la creación de instrumentos (maquinas, conocimiento, tecnologías) que abastezcan las necesidades de consumo; también ha mostrado ser la fase de la historia en la que mayor destrucción del medio ambiente se ha dado.

El sostenimiento de la industria automovilística, del acero, del cemento y de grandes centros de consumo como Hollywood y de una innumerable cantidad de empresas trasnacionales, implican un proceso de dependencia al petróleo y otros recursos de extracción primaria no renovables, muy desgastante para el planeta. La no existencia de dichos recursos pondría derrumbar los símbolos y estructuras del orden social vigente.

Frente a la posibilidad permanente y constante del derrumbe del modo de producción hegemónico, los países con capacidad de mayor producción armamentística, entre ellos, los Estados Unidos, promueven guerras en otros países como los del medio oriente (Irak, Siria, Afganistán, Palestina) y América Latina, para poder imponer gobiernos lacayos que les garanticen reservas de petróleo constante y a bajo precio.

Si bien los objetivos de desarrollo sostenible -ODS- parecen representar un avance importante en términos de humanizar las relaciones en el orden social capitalista, los objetivos finales de estos son: 1. Garantizar la existencia de recursos naturales no renovables, durante más tiempo, para el sostenimiento de los negocios de quienes mueven los hilos del poder económico en el planeta. 2. Dar a los movimientos y actores contra hegemónicos, algunos conquistas frente a sus reivindicaciones de un mundo más justo, pacifico e igualitario, para posicionar la idea de que el capitalismo es el mejor y único modo de producción posible para la especie humana.

Desde otra perspectiva, podemos indicar que los ODS vistos desde una mirada gramsciana representan una resistencia contra hegemónica frente a la mercantilización de la vida y el continuo saqueo a los países más pobres por parte de los países ricos, en una relación histórica de dependencia norte-sur, centro – periferia.

Los objetivos de desarrollo sostenible son aprobados en septiembre del año 2015 por los países que integran la organización supranacional de las Naciones Unidas, conllevando a que muchos países incluyeran en sus procesos de planeación del desarrollo los objetivos definidos en el marco de la agenda mundial para el 2030.

La gran contradicción de los gobiernos que firman los ODS según (Vallejo, 2018), es la falta de compromiso de los países desarrollados para cumplir con la destinación del 0,7% del Producto Interno Bruto -PIB-, como ayuda para garantizar el cumplimiento de dichos objetivos en los Estados con menos capacidades financieras y/o empobrecidos por las políticas de saqueo trasnacional.

Igualmente, al interior de muchos Estados con indicadores de GINI altos y bajo crecimiento del PIB, se tiende a reducir las inversiones relacionadas con el desarrollo humano de las personas y dedicar más recursos para la construcción de Estados gendarmes.

Para Girón, A. (2016) los cambios políticos surgidos actualmente en varios países de América Latina ha implicado la reducción del gasto social por parte de gobiernos de marcada tendencia neoliberal (reducción del Estado y de la inversión social), como el de Argentina y Brasil, poniendo en entredicho la posibilidad real de cumplir con los ODS.

Al interior de Colombia también se presenta dicha situación frente a la poca destinación presupuestal para avanzar decididamente en la superación de la pobreza, el hambre, la desigualdad, garantizar la educación, la salud, la construcción de la paz, entre otros.

Un grave problema para el cumplimiento de los -ODS-, radica en lo que también se presentó con los objetivos de desarrollo del milenio, y tiene que ver con la falta de un compromiso real para dar prioridad a la financiación de las estrategias, programas y planes que se desarrollen en el marco de la inversión social.

Teóricamente los ODS son un buen insumo para pensar de manera holística los problemas sociales, es decir, que el cumplimiento de un ODS (objetivo 2: hambre cero) debería actuar como una condición necesaria para garantizar el cumplimiento de los demás objetivos (objetivo 10: reducción de las desigualdades).

El plan de desarrollo 2015 – 2019 “Sevilla nos une”, incorporó en su construcción estratégica, los lineamientos provenientes del orden nacional, con relación al cumplimiento de los ODS.

Si bien se evidencia en el análisis de la inclusión de los objetivos de desarrollo sostenible en el PDM de Sevilla, un conjunto de líneas, programas, subprogramas y estrategias que constituyen un avance en la implementación de los ODS; aún se queda corta la inversión social en relación a las grandes metas trazadas en la agenda 2030.

Los municipios de sexta categoría tienen grandes limitaciones presupuestales y administrativas, producto de la poca inversión social destinada desde el nivel nacional; lo que representa para los territorios menor cantidad de recursos disponibles para combatir la pobreza, cerrar las brechas de inequidad, garantizar la salud, promover el bienestar y la educación.

La implementación de los ODS y el cumplimiento de las metas trazadas al 2030, requiere de una fuerte inversión social que pueda dar vida al conjunto de programas que se establecen en el componente estratégico de los planes de desarrollo.

BIBLIOGRAFÍA:

– Girón, A. (2016). OBJETIVOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA AGENDA 2030: FRENTE A LAS POLÍTICAS PÚBLICAS Y LOS CAMBIOS DE GOBIERNO EN AMÉRICA LATINA. Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, 47 (186), 3-8.

– RAMÍREZ, F. O. (2016). PLAN DE DESARROLLO TERRITORIAL 2016 – 2019. SEVILLA, VALLE DEL CAUCA.: ALCALDIA DE SEVILLA.

– Vallejo, S. G. (04 de 06 de 2018). Rebelión. Recuperado el 29 de 03 de 2019, de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239952