Con el asesinato de Jesús Monroy (Albeiro Suarez) y su escolta Luis Alexander Largo (Mandela), suman ya 234 los exguerrilleros asesinados, 146 de ellos bajo el actual gobierno.
Jesús Monroy era integrante de la dirección nacional de nuestro partido, estaba al frente del proceso de reincorporación en el departamento del Meta y se había granjeado el respaldo y apoyo de las comunidades de la región que lo habían adoptado como su líder natural. Fue vocero en la audiencia que realizó la Jurisdicción Especial de Paz el pasado 22 de agosto para analizar los problemas de seguridad de los exguerrilleros en el oriente del país.
Luís Alexander Largo era su escolta, integrante del programa de protección de la subdirección especializada de la UNP. Dos hombres comprometidos decididamente con la paz y el progreso de la región.
La racha de asesinatos contra los firmantes de la paz se da en el contexto de un gobierno que mantiene un silencio cómplice, seguramente convencido de que estos asesinatos favorecen su propósito de impedir la consolidación de la paz, tal como es la aspiración expresa de su partido, el Centro Democrático.
Estos asesinatos no son hechos aislados ante la arremetida contra la Jurisdicción Especial para la Paz, la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y la simulación de la implementación del Acuerdo que hemos venido denunciando.
Una convergencia de factores ha terminado uniendo en sus propósitos a la extrema derecha que hoy ocupa la Casa de Nariño con aquellos que traicionaron el Acuerdo de Paz, convirtiendo a los exguerrilleros en blanco de los odios y de intereses mezquinos de ambos extremos.
Durante 4 años hemos asistido a un gota a gota macabro entre la cálida solidaridad de quienes defienden la paz y la desconcertante indiferencia de algunos sectores del país que aún no reaccionan pese a que están asesinando la paz ante sus ojos. Por eso, creemos que el mayor reto que tenemos quienes aspiramos a una nación en paz, democrática y con justicia social es despertar a esas mayorías indiferentes.
No podemos seguir inmóviles frente a esta tragedia que cobra igualmente la vida de centenares de líderes sociales y defensores de derechos humanos, con asesinatos selectivos y masacres en todo el territorio nacional.
La minga indígena y el paro convocado para el 21 de octubre nos señalan el camino para salir de la indiferencia. Debemos movilizarnos hasta que seamos millones los que exijamos el cese del exterminio que se adelanta con la complacencia del Gobierno Nacional.
Consejo Político Nacional, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. FARC.
Octubre 17 de 2020