“El revolucionario verdadero es aquel que está dispuesto a darlo todo a cambio de nada” Jacobo Arenas
Durante los días 22, 23 y 24 de enero sesionó en medio de los retos que impone la virtualidad la Segunda Asamblea Extraordinaria Nacional, máxima instancia de decisión de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, partido surgido de la firma del Acuerdo de Paz con el acompañamiento solidario de fuerzas políticas hermanas de Colombia y América Latina.
Luego de deliberar bajo los principios estatutarios, manifestamos a los hombres y mujeres integrantes del partido, simpatizantes, a la ciudadanía y a la opinión publica la siguiente declaración:
Al tiempo que el mundo y América Latina se enfrentan a las amenazas de una derechización con tintes fascistas, la proliferación de la pandemia ha hecho más evidentes los efectos devastadores del sistema político, económico y social imperante. Millones de seres humanos se vieron desprovistos de garantías para el ejercicio de sus derechos fundamentales y la naturaleza advirtió sobre sus límites, lo que exige la reformulación del contrato social y la relación de la humanidad con la naturaleza.
Quiérase o no, la democracia mundial ha estado íntimamente ligada a las circunstancias de la democracia norteamericana. Sin falsas ilusiones, la derrota del fascismo de Trump probablemente nos evitará acciones tremendamente peligrosas contra la humanidad. Al tiempo, rechazamos la ofensiva imperialista que desprecia normas y tratados internacionales, afectando la soberanía de los pueblos, especialmente las infamias difundidas contra Cuba, los intentos de invasión a Venezuela y la injerencia permanente en otros países.
En Colombia, quienes gobiernan, con auspicio de quienes añoran la guerra, ponen en jaque la oportunidad histórica que tenemos como sociedad de cerrar el ciclo de violencia, disminuir las brechas de pobreza y arraigar la paz. Informes como el de Misión de Verificación de la ONU, el Instituto Kroc, el CINEP y los de la Procuraduría dan cuenta de que la implementación del Acuerdo de Paz es víctima de una simulación infame y tramposa que no ha permitido reducir las brechas sociales y económicas entre el campo y la cuidad, gozar de garantías para el ejercicio de la política, atacar causas estructurales que hacen que prolifere el narcotráfico y acoger medidas que pongan freno a la violencia en los territorios.
Según estadísticas oficiales, en Colombia, el 46% de los 11 millones de pobladores rurales se encuentran en condición de extrema pobreza debido a las limitaciones de acceso a la tierra, la salud, canales de comercialización de sus productos, asistencia técnica, riego, crédito, bienes y servicios públicos.
La configuración del campo colombiano es una de las más injustas del mundo, es la herencia que nos dejó desde la colonia la violencia ejercida desde arriba contra los pobres y en las últimas décadas el incremento del paramilitarismo estatal.
Millones de hectáreas arrebatadas, usurpadas a través de años de violencia y concentradas en un puñado de terratenientes y latifundistas y muchísima gente pobre sin tierra, o con tierra insuficiente. Ésta es una verdad escalofriante que buscaremos superar y que solo podremos hacerlo uniendo esfuerzos colectivos entre todas y todos los que luchamos por una Colombia distinta y con justicia social.
La posibilidad real de avanzar en la solución de tan compleja y variada problemática se plasmó de manera acertada en lo acordado en el punto uno y cuatro del Acuerdo de Paz, acuerdos alcanzados con la enorme contribución y el formidable empeño de las organizaciones rurales colombianas.
Lo que se buscó al firmar el Acuerdo de Paz fue transformar la realidad de los habitantes rurales, mediante la superación de las condiciones que desataron y alimentaron el conflicto armado y la guerra interna a través de cuatro pilares fundamentales:
1-Acceso y uso de la tierra que incluya un fondo de tierras, la formalización de la propiedad rural, mediante un catastro multipropósito, el cierre de la frontera agrícola y la zonificación de áreas de interés ambiental.
2- Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
3- Planes Nacionales Sectoriales.
4- Un sistema de seguridad alimentaria y nutricional.
Pero todo esto se ha venido dilatando y frustrando por la falta de voluntad política del Estado, de este gobierno y de quienes quieren perpetuar la guerra para conservar sus privilegios y lucrarse con el poder. Actores que hacen parte no solo de una cultura violenta, una verdadera pandilla de personajes ligados a la corrupción y al bandidaje que han capturado al Estado dándole un manejo de hacienda privada y entronizando métodos y valores de la cultura mafiosa.
Hacia finales de los años 80 nuestra agricultura producía los alimentos necesarios para abastecer la demanda del conjunto de la población colombiana. En 2019 estábamos importando 14 millones de toneladas de alimentos que se pueden producir aquí como papa, maíz, arroz, leche, trigo y un largo etc.
En vivienda, solo el 13 % de la población puede acceder a ella. En restitución de tierras casi todo está por hacer y lo hecho hasta hoy casi todo está relacionado es con formalización de títulos de propiedad, no con restitución, con lo que así poco a poco se va legalizando el despojo de más de 8 millones de hectáreas robadas a al campesinado.
Denunciamos ante la opinión nacional e internacional que el Plan Nacional de Desarrollo, “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”, incumple deliberadamente el Acuerdo Final de Paz al no ser incluido el ACUERDO DE PAZ como marco de desarrollo en el postacuerdo para poner fin al conflicto armado, que es de obligatorio cumplimiento por parte del Estado colombiano, desconociéndolo a través de sus políticas públicas y del maniqueísmo legislativo y judicial a su servicio.
Ha llegado la hora de crear una gran coalición de fuerzas con todos los demócratas de este país, de construir, por fuera de todos los extremos, un Frente que termine de consolidar la paz, dando satisfacción a todas las víctimas, a todos los desarraigados y así poder avanzar hacia la construcción de una Colombia justa y democrática. Debemos tender todos los puentes para la unidad de los sectores que luchan por el cambio, construir un único frente contra el autoritarismo y por la verdadera igualdad ante la ley y los derechos de los ciudadanos y hacer que los ciudadanos se apropien de la idea de que tienen arte y parte en la suerte de la democracia y deben velar por su mantenimiento y su profundización.
La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 no solo ha costado la vida de más de 50 mil colombianas y colombianos, sino que ha develado la informalidad y las precarias condiciones laborales casi esclavizantes que agudizan el empobrecimiento extremo de millones de personas en nuestro país. El gobierno indolente ha sido incapaz de afrontar la crisis en la que el mínimo vital para nuestro pueblo es una prioridad, que no solo requiere del proceso transparente de inmunización total, sino que, a su vez, que se le garantice una renta básica para mitigar los efectos económicos y sociales de la pandemia.
Responsabilizamos al gobierno del presidente Iván Duque por la ola de violencia sistemática y generalizada que se extiende por el territorio nacional y que hoy ha cobrado la vida de más de 500 líderes y lideresas sociales y más de 250 firmantes del Acuerdo. El gobierno nacional debe actuar decididamente frente a las estructuras paramilitares y organizaciones criminales que infunden el terror y acallan la voz de quienes construyen un nuevo país desde sus territorios.
Enviamos un abrazo fuerte a toda la militancia del partido, así como a todos las y los firmantes del acuerdo que luchan todos los días por hacer realidad nuestro sueño de una Colombia nueva. Desde éste, nuestro máximo espacio de decisión y discusión, enviamos un saludo de unidad y camaradería. Sabemos y entendemos que todas las discusiones que se dan al interior de nuestra organización nos fortalecen, y que seremos capaces de superar todos los obstáculos y diferencias que afrontamos. Cerremos filas a quienes nos quieren ver acabados; seguiremos dando ejemplo de gallardía, humildad, fraternidad y de la camaradería que nos ha caracterizado.
A la sociedad colombiana le ratificamos nuestro compromiso con la paz. A pesar de las dificultades, no vamos a desfallecer. Invitamos a la celebración de un Pacto Político Nacional, Integral, Multisectorial, Participativo y Democrático que excluya para siempre las armas de la política colombiana. Dicho pacto deberá ser promovido desde las regiones, en particular las más afectadas por el fenómeno de la violencia. Lo que hace indispensable trabajar por la unidad y cimentar la lucha popular de jóvenes, estudiantes, mujeres, indígenas, campesinos, afros, diversidades, viviendistas, usuarios de servicios públicos, trabajadores informales y trabajadores de la cultura.
Para el conjunto de la militancia del partido, la libertad de quienes firmaron el Acuerdo que aún están en las cárceles sigue siendo una de nuestras principales banderas de lucha.
No escatimaremos energías para que todas y todos nuestros camaradas estén libres y con nosotros, en el camino de la reincorporación política, económica y social, y, por supuesto, continuaremos haciendo todos los esfuerzos políticos y jurídicos para garantizar la repatriación humanitaria y libertad inmediata de los camaradas Simón Trinidad e Iván Vargas que aún se encuentran privados de la libertad en cárceles de los Estados Unidos.
Anunciamos al país y al mundo que esta Asamblea ha consensuado en un debate democrático:
- Cambiar el nombre del Partido FUERZA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA DEL COMUN por COMUNES. A partir de hoy nuestro partido adoptara el nombre de COMUNES.
- Mantener el logo de la rosa como símbolo y emblema de nuestro partido introduciéndole algunas mejoras en su presentación.
- Desarrollamos nuestra plataforma política como propuesta de construcción de país y de una Colombia democrática y en Paz.
- Hemos elegido como nuevo representante legal de nuestro partido a… (pendiente).
II ASAMBLEA NACIONAL EXTRAORDINARIA DEL PARTIDO FUERZA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA DEL COMUN.
Enero 24 de 2021.