09 Abr Declaración Pública
Debe cesar todo tipo de estigmatización, no más odio, semilla de violencia, no más señalamientos inútiles, levantémonos todos como nación, como un solo pueblo, por una vez en nuestra historia tengamos la estatura moral que nos lleva a unirnos en medio de las diferencias y permitamos que las próximas generaciones no hereden la guerra que nos legaron nuestros padres y abuelos.
Conmemoramos los colombianos, el 9 abril, el día nacional de las víctimas del conflicto. Ocasión más que propicia, para destacar la importancia que tiene para una nación como la nuestra, rememorar los acontecimientos de nuestra historia reciente, cuyo conocimiento como pueblo, debe servirnos para no persistir en la cadena de errores que nos han mantenido atados a la violencia por más de 200 años de historia republicana.
No ha sido fácil nuestro trasegar como nación; más de tres siglos de yugo colonial, del cual logramos liberarnos tras una gesta heróica, fueron sucedidos por un sin fin de guerras intestinas del cual no podemos aún librarnos definitivamente.
Se tasan en millones las víctimas de esta tragedia nacional, son millones también las hectareas de tierra despojadas por medio de la violencia que nos ponen para vergüenza nacional, entre las naciones con un mayor índice de concentración de la tierra; al tiempo que cerca de cienmil colombianos y colombianas permanecen desaparecidos sin que sus familiares puedan saber qué pasó con ellos.
Pasan de 250.000 los muertos en la última fase de ese conflicto, la mayoría de las cuales son civiles.
Para no hacer larga la lista, podemos asegurar que en la práctica todos los colombianos somos a la vez responsables y víctimas de esa tragedia; pero, sin lugar a dudas, es el Estado, obligado constituacional y legalmente a garantizar la convivencia nacional, el mayor responsable por no haber sido capaz de generar las condiciones básicas para esa convivencia y el establecimiento de una sociedad justa y democrática que pueda tramitar sus diferencias sobre la base del diálogo político y social, como debe ser en cualquier nación civilizada.
Como partido político surgido de los acuerdos de paz, somos conscientes de la inmensa responsabilidad que nos corresponde en la etapa actual de nuestra historia; hoy, aquí, frente a las víctimas y de cara a los colombianos, queremos reafirmar nuestro compromiso de paz; no ahorraremos esfuerzos en hacer todo lo que sea posible, para que muy pronto los colombianos, todos, podamos reconciliarnos y vivir en medio de las diferencias, sobre claros preceptos democráticos.
Somos los primeros en aceptar la responsabilidad que nos corresponda por los errores cometidos y en pedir perdón a las víctimas que hayan padecido por causa de nuestro accionar. Lo hacemos con humildad, con transparencia y sin ningún sentimiento de rencor. Por el contrario, un profundo sentido humanista, nacido de nuestro conocimiento de los horrores de la guerra, nos mueve a pedir este perdón con sinceridad.
Pactamos con el Estado un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, compromiso ético y político que, honramos y honraremos, a la vez que exigimos al Estado que haga lo propio, como corresponde a todos quienes intervinimos en la confrontación. No podrá haber verdadera reconciliación si la clase que por décadas ha regentado el Estado, no da pasos en ese sentido. Las falacias de un solo responsable, o la no existencia del conflicto, no llevan a la paz.
De ese tamaño es la responsabilidad histórica del gobierno actual. O, conducir a Colombia por el camino de la convivencia y la paz, o nos hundimos en el pantano de nuevas violencia, quizás por cuantas décadas más.
Durante los 5 años de diálogos y los 2 que llevamos de la implementación, hemos conocido la generosidad de las víctimas; hemos escuchado sus relatos de dolor, pero también sus palabras de perdón. Un sentimiento común se desprende de sus voces, no podemos seguir perpetuando el conflicto, su exigencia siempre ha sido la paz completa, estable y duradera, garantía única de no repetición.
Tomamos distancia de las voces que insensatamente se alzan para profundizar los odios, pedir venganza y atizar más violencia en nombre de las víctimas. Instrumentar de esa forma el dolor con torbos propósitos, no puede llevarnos a ningún camino promisorio como nación. Nos alienta escuchar que son más las voces que llaman a la cordura y el respeto por el derechos de las víctimas a saber la verdad de lo ocurrido.
Debe cesar todo tipo de estigmatización, no más odio, semilla de violencia, no más señalamientos inútiles, levantémonos todos como nación, como un solo pueblo, por una vez en nuestra historia tengamos la estatura moral que nos lleva a unirnos en medio de las diferencias y permitamos que las próximas generaciones no hereden la guerra que nos legaron nuestros padres y abuelos.
Con sentimiento de patriotismo,
Bancada Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
Abril, 9 de 2019.