Desertores, embaucadores, falsos disidentes

Desertores, embaucadores, falsos disidentes

Por: Gabriel Ángel

El país necesita saber con urgencia qué es lo que se esconde tras las disidencias y sus guerras en Arauca.

 

Curiosa la entrevista que Salud Hernández realizó hace unos días al autoproclamado comandante Ernesto Devia Casanova, quien no ahorra esfuerzos para presentarse como heredero legítimo de las Farc fundadas en 1964 por Manuel Marulanda Vélez. Al parecer la entrevista se hizo en algún lugar de Venezuela, no muy lejos de la frontera con Colombia y particularmente del río Arauca, un hecho que por sí solo ya genera suspicacias.

Se supone que esa zona fronteriza se halla altamente militarizada tanto en Colombia como en Venezuela. Sin embargo, las imágenes de respaldo muestran un personal en armas asentado con campamento en un territorio que no es selvático ni abrupto, y que más bien parece parte de una región poblada. Un sitio preparado expresamente, con exhibición de armas de guerra, uniformes militares y brazaletes alusivos al grupo.

Se entiende que tanto a uno como al otro lado de la frontera existe un  despliegue de guerra para neutralizarlos. Pero la entrevista la consigue Semana, el medio de la extrema derecha en nuestro país, y la cumple la periodista más acerbamente opuesta a cualquier opción de izquierda, para no hablar de cualquier grupo armado que se proclame rebelde. La cuestión pinta planeada para darle figuración a ese grupo, crecerlo y darle el mayor despliegue posible.

En la revista, que no en el video que puede hallarse en YouTube, se indica que el Comandante Ernesto, de 52 años de edad, es guerrillero de las Farc desde los trece años, como quien dice, desde hace 39. Me habían contado hace un tiempo que increíblemente ese Ernesto había aparecido de un día para otro como segundo al mando de Arturo, jefe de la disidencia en Arauca. El pícaro Ernesto, reconocido como timador de vieja data en Norte de Santander.

Allá había hecho parte durante algunos años de la Juco, y luego del propio Partido Comunista, organizaciones en las que creó cuanto problema pudo. Su ingreso a las Farc se produjo en el Catatumbo, al Frente 33, a mediados de los años 90, es decir cuando contaba con unos 26 años, y permaneció en la organización hasta 1998, o sea sólo tres años, cuando prefirió desertarse por su absoluta incompetencia para la vida guerrillera.

Quienes lo conocimos en filas lo recordamos como alguien sumamente complicado, tanto por las ambiciones personales que abrigaba, como por su carácter abiertamente esquizofrénico cuando se trataba de relaciones con la población civil. Recuerdo haberlo visto participar en un curso de mandos en el Magdalena Medio, donde resultó un completo fiasco. Le dieron la oportunidad de participar en el curso siguiente, tras el cual concluyeron que definitivamente era un fracaso.

Como revolucionario, como militar, como político, como persona. Por eso se voló una noche, para aparecer tiempo después en Cúcuta, embaucando otra vez al Partido Comunista con su verborrea. Jamás volvió a las Farc, así que es completamente falso cuanto afirma que vivió en ellas durante el proceso de paz de La Habana. Tras el Acuerdo, ensayó acercarse al ETCR de Caño Indio con propuestas de supuestos proyectos productivos a nombre de organizaciones sociales.

Como era obvio, tuvo que regresarse con cajas destempladas. Hace apenas unos meses se relacionó de algún modo con la disidencia de Arauca y de la noche a la mañana resultó convertido en Comandante. En definitiva, Dios los hace y ellos se juntan. Arturo, como se hace llamar en esta última etapa el jefe de las disidencias en Arauca, también fue desertor de las Farc, de las que huyó en 2004, cuando era comandante del Frente 56 en Casanare.

Con muchos millones, dicen. Para su desgracia, o fortuna, nunca se sabe, resultó capturado al poco tiempo, terminando con sus huesos en prisión. En las Farc se llamaba Jerónimo y lo recuerdan bien muchos comandantes con los que hizo curso en la zona de despeje del Caguán. Tocaba cuatro y posaba de artista llanero. Durante su tiempo en la cárcel se negó a relacionarse con sus antiguos compañeros de filas recluidos en prisión.

Cuentan que en cambio prefirió el trato con paramilitares y traquetos, con quienes hizo excelentes relaciones. Tanto que cuando se anunció el Acuerdo de Paz y que los presos saldrían de la cárcel por la amnistía, se lo oyó proponiendo a otros que cuando salieran en libertad, se vincularan a un grupo que la mafia le había encomendado crear entre Casanare y Vichada. Se ufanaba de contar con doscientos millones de pesos que le habían entregado para eso.

Efectivamente un tiempo después apareció en Arauca, proclamándose comandante de un frente, en oposición declarada al Acuerdo de Paz. Así que los que se reclaman continuadores de la obra de Marulanda en Arauca, son dos vulgares desertores de antaño, estafadores toda la vida. Cabe imaginar la mar de cosas turbias que se esconden tras esa disidencia, lo que Salud no cuenta.

 

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