¡Empleo sí, pero a qué costo! Mujeres y personas LGBT+ en mora de derechos laborales en LATAM

¡Empleo sí, pero a qué costo! Mujeres y personas LGBT+ en mora de derechos laborales en LATAM

Por Volcánicas

En el día del trabajo analizamos las condiciones laborales de las mujeres y personas LGBT+ en Latinoamérica: brecha salarial, falta de protocolos para atender y prevenir las VBG en los espacios laborales, discriminación y subregistro de las condiciones de trabajo de las personas LGBT+, entre otros factores, se suman para exigir la garantía de derechos laborales para todes.

El más reciente Informe Global de Brechas de Género de 2022, muestra que se necesitan 132 años para cerrar la brecha global de género que hay actualmente en el mundo. Ese es el caso de las la información disponible sobre las diferencias entre hombres y mujeres, que mide salarios y acceso a trabajos. Para la comunidad LGBT+ las desigualdades aumentan ya que en la mayoría de países de la región no hay un registro de su participación en el mercado laboral.

Además de las brechas, el acceso al mundo laboral sigue siendo más difícil para las mujeres, por ejemplo, según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud de Profamilia hecha en 2015, al 32 % de las mujeres en Colombia les pidieron una prueba de embarazo para acceder a un empleo.

Para Natalia Ramírez, abogada, profesora de la facultad de derecho de la Universidad de los Andes y cofundadora del proyecto Digna, que reivindica los derechos laborales de las mujeres, esta es una forma de discriminación que perpetúa las brechas laborales de género no solo en el país sino en toda América Latina.

“No es que las mujeres no quieran trabajar, que es la explicación que muchas veces nos han dado, que nos gusta el trabajo doméstico. En realidad aunque las mujeres en muchos países de la OCDE, incluido Colombia y otros de la región, tienen más educación en promedio que los hombres, son víctimas con más frecuencia de discriminación en el acceso al empleo”, puntualiza Ramírez.

Incluso con más estudios, ganamos menos

Investigaciones de la Organización Internacional del Trabajo durante 2022, muestran que el nivel educativo no es el problema principal de las brechas salariales. “Las mujeres siguen estando subrepresentadas en las categorías tradicionalmente ocupadas por hombres y dentro de categorías similares se les sigue pagando menos que a estos, aun cuando el nivel educativo de las mujeres sea tan bueno o mejor que el de los hombres en ocupaciones similares”, explican.

En Brasil, por ejemplo, el promedio salarial de las mujeres fue 20,1 % inferior al de los hombres en 2022, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística. Al respecto, el presidente Lula da Silva llevó ante el Congreso una ley de equiparación salarial que sería de carácter obligatorio para las empresas. Una normativa que ya existe en otros países, como Colombia, pero que es de difícil seguimiento y poco cumplimiento.

En el caso de Argentina la brecha salarial llegó a 27,7 % en 2022, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Es decir, que las mujeres ocupadas tuvieron que trabajar 8 días y 10 horas más que los hombres ocupados para ganar lo mismo que ellos en un mes. “Las mujeres se insertan en ramas menos valoradas y dinámicas, lo que resulta en salarios más bajos”, explica el instituto.

Al observar la situación en Colombia, el DANE y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcularon que la brecha salarial entre hombres y mujeres llegó a 6,3 % en 2022. Esto implica que en promedio por cada 100 pesos que recibe un hombre, su contraparte femenina recibe 93,7 pesos.

En el caso de México, de acuerdo con la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), por cada hora trabajada las mujeres ganan 49 pesos y los hombres 54 pesos. En este país, de acuerdo con datos de la ENOE, el 35 % de las mujeres empleadas están subocupadas. Es decir, tienen que trabajar más horas para ganar más dinero.

El cuidado sigue sin reconocimiento

“Gran parte de las mujeres fuera de la fuerza laboral lo estaban a causa de responsabilidades familiares”, explica Natalia Ramírez. No es un secreto que en América Latina las labores del cuidado y domésticas las hacen, en su mayoría, mujeres. Tampoco es desconocido que estas actividades no reciben una remuneración.

“Las mujeres terminan no pudiendo entrar al mercado laboral o saliendo de este para participar en el empleo informal o autoemplearse y lograr articular el trabajo con el cuidado. Ponen en riesgo su estabilidad económica en el largo plazo porque eso significa que no suelen hacer aportes a pensión”, puntualiza la experta.

Un estudio realizado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario y la Alianza EFI: Economía Formal e Inclusiva, mostró que las mujeres en Colombia que tienen a cargo niños menores de 12 años ganan un salario equivalente al 80 % del de referencia. Cuando los hijos superan esta edad y adquieren cierta independencia, las mujeres con hijos ganan salarios por encima del estándar: el porcentaje es del 106 %.

La Organización Internacional del Trabajo también respalda esta premisa: “La maternidad conlleva una penalización salarial que puede persistir a lo largo de la vida laboral de la mujer, mientras que la condición de paternidad se asocia sistemáticamente con una prima salarial”.

Para el caso de Argentina, por ejemplo, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo de 2021 del INDEC mostró que el 91,7 % de las mujeres realiza trabajo no remunerado y le dedica un promedio de 6 horas diarias . En el caso de los hombres, solo el 75.1 % realiza este tipo de tareas y le dedican un promedio de 3 horas al día.

Por ejemplo en Perú, un estudio realizado por Centrum PUCP en 2022, reveló que las peruanas dedican el 38 % de su tiempo a realizar actividades productivas no remuneradas y los hombres el 24 %. A esto se suma, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, que las mujeres en 2022 ganaron, en promedio, 27,4 % menos que los hombres.

Las brechas aumentan en lo rural 

Para las mujeres rurales la situación es más compleja. En general, las desigualdades aumentan y tienen más barreras para acceder a empleos con garantías laborales. Muchas de ellas terminan en la informalidad o en labores del cuidado sin ninguna remuneración.

En Colombia, de acuerdo con el DANE, la brecha entre mujeres urbanas y rurales es de más de 16 puntos porcentuales. En las cabeceras municipales por cada 100 hombres que tenían trabajo, 82 mujeres trabajaban. En contraste, en los espacios rurales la relación es de 45 mujeres con empleo por cada 100 hombres, de acuerdo con cifras de 2022. Para marzo de este año el desempleo en hombres fue de 8,6 % y el de mujeres de 15 %, casi el doble. La brecha de género es de 6,4 %.

Por su parte, el gobierno de Paraguay ha reconocido que la brecha de ingresos entre hombres y mujeres está concentrada en el sector informal. Puntualmente en quienes tienen menores niveles educativos y viven en zonas rurales. En este país la brecha laboral es cercana al 40 %. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, para julio de 2022 las mujeres ganaban 1.926.000 guaraníes y los hombres, 2.385.000.

En otros países de la región como Guatemala, la brecha de género se ha ido cerrando en un 66,4 % según datos del 2022. De acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial, los retos en este país se concentran en oportunidades económicas y de liderazgo político.

En cuanto a Honduras se han registrado pequeños avances sobre el cierre de las brechas de género que para 2021 alcanzó una cifra de 72,2 % y en 2020 se redujo a 71,6 %. En Bolivia, por ejemplo, la brecha de género es del 73,4 % según datos del 2022. Hay casos de éxito como el de Nicaragua que está entre los 10 países del mundo con mayor igualdad de género y que reporta la menor brecha en América Latina, de acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género 2022.

Ramírez reconoce que este tipo de brechas perpetúan la pobreza, no solo en el corto plazo: “en Colombia, por ejemplo, las mujeres se pensionan mucho menos que los hombres y eso tiene que ver con una vida laboral más interrumpida porque se demoran mucho tiempo buscando empleo, son mujeres en edad reproductiva, con hijos pequeños y se enfrentan a una mayor discriminación”, explica.

¡No más acoso en los espacios de trabajo! 

Además del acceso y la permanencia a trabajos, el acoso laboral y sexual en estos entornos es otro de los retos para las mujeres. La investigación Experiencias de violencia y el acoso en el trabajo: primera encuesta mundial, de la OIT, mostró que una de cada cinco personas en el mundo ha sufrido este tipo de violencias.

Las mujeres jóvenes tienen el doble de probabilidades que los hombres jóvenes de haber enfrentado violencia y acoso sexuales, y las mujeres migrantes casi el doble de probabilidades que las no migrantes de sufrir este tipo de actos, según el informe.

Junto a ello, una de las alertas de la investigación es la falta de los protocolos en los lugares de trabajo frente a estas violencias. Necesarias “para fortalecer la confianza de las personas en la justicia y garantizar que las víctimas reciban apoyo”. Más allá de medidas de acción, se necesita prevención.

Comunidad LGTBIQ+: invisibilizar también es discriminar

En América Latina son pocos los países que han hecho un registro riguroso y detallado de la inserción o salida de lxs personas de la comunidad LGBT+ en el mundo laboral. Y para quienes han hecho el recuento, las cifras son alarmantes.

En el más reciente informe de Redlactrans, Invisibles nunca más, se muestra que son muy pocas lxs personas trans y travestis en América Latina que logran acceder a un empleo formal.

“Aún más si hablamos de empleos registrados, bien remunerados y en condiciones dignas. La principal actividad laboral que desarrollan las personas trans en el país, es el trabajo sexual”, explican.

Para el caso de Argentina, el Gobierno emitió una ley de contratación obligatoria de travestis y transexuales en entidades públicas. Para diciembre de 2022 revelaron que 574 personas travestis, transexuales y/o transgénero ahora trabajan en el Poder Ejecutivo Nacional, organismos centralizados y descentralizados. Esto representó un crecimiento del 468,31 % previo a la emisión del decreto en 2020 cuando solo había 101 personas de esta población contratadas.

En Colombia, que ha incluido a la comunidad LGBT+ en sus mediciones más recientes, el DANE informó que la tasa de desempleo en esta población tiene una brecha de 3,2 puntos porcentuales. Es decir, el desempleo es de 16,2 % para la comunidad LGBT+ y de 13 % para quienes no pertenecen a esta comunidad.

Asimismo, un estudio del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario y la Alianza Economía Formal e Inclusiva en 2022, reveló que una mujer trans obtiene solo el 61,8 % del salario respecto al promedio de la población.

En México, una investigación de Meta y Colmena 41 mostró que el 68 % de personas encuestadas de la comunidad ha decidido emprender para no lidiar con la discriminación laboral de un trabajo. Junto a ello, se ha comprobado que lxs miembrxs de esta comunidad trabajan 2,6 horas más a la semana y reciben un salario 6 % inferior al promedio.

En el caso de Perú, la última Encuesta Nacional de Derechos Humanos de Ipsos, en septiembre de 2022, mostró que solo 4 de 10 personas estarían dispuestas a contratar a unx persona trans en sus empresas.

Las condiciones laborales para la comunidad LGBT+ siguen siendo precarias desde el momento en que no hay una dimensión de las brechas que los impactan. Para el caso de las mujeres, como lo explica Ramírez, existen muchos estereotipos ligados a un rol de cuidadores que les impiden entrar y permanecer en los trabajos. Sin duda la tarea es estatal, pero el reto también es a nivel social, de los empleadores y las empresas.

La lista de pendientes es larga, las organizaciones internacionales y los gobiernos tienen el deber de atender con enfoque de género y diversidad sexual las condiciones laborales de sus trabajadorxs.

Y es que lxs empleadorxs también están en deuda de salarios y condiciones laborales dignas además de protocolos para la protección en casos de acoso sexual y laboral. Necesitamos espacios de trabajo seguros y condiciones que nos permitan realizar nuestro proyecto de vida con plenitud. Respecto a la comunidad LGBT+ se necesitan incentivos para su contratación y, sobre todo, dejar de ser discriminadxs en los entornos laborales y en los registros sobre las condiciones de trabajo. ¡Nuestros trabajos sostienen la vida! Las labores domésticas y del cuidado valen. Merecemos redistribución y reconocimiento.

Tomado de: https://volcanicas.com/dia-del-trabajo-derechos-laborales-en-mora/?utm_campaign=later-linkinbio-volcanicasrevista&utm_content=later-34813919&utm_medium=social&utm_source=linkin.bio



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