Por: Gabriel Ángel
Los dos hijos de Jorgillo, niña y niño, también resultaron gravemente heridos en la balacera en que asesinaron a su padre en el Putumayo.
Ayer tenía una cita con dos mujeres de Comunes, el partido nacido a la vida política legal tras el Acuerdo de Paz de La Habana. Ellas, Carolina y Karen, encabezan un proyecto de pedagogía de paz, patrocinado por ONU Mujeres, dirigido a comunidades de distintas localidades de Bogotá, y en el que participan una veintena de excombatientes. Se trataba de formalizar algunos documentos. Nos habíamos citado en una esquina de Teusaquillo, frente a la Casa Cultural La Roja.
Esta última también es un proyecto de excombatientes, mujeres, que tras un largo esfuerzo lograron montar un pequeño y acogedor negocio, donde venden café y cerveza producidos también por reincorporados. Tras unos minutos de espera vi aproximarse a pie a Carolina, acompañada de un pequeño grupo. Unos eran sus escoltas pues una parte de los reincorporados, tras un estudio de riesgo, cuentan con seguridad suministrada por la UNP.
Un alto número de estos escoltas son también excombatientes, que luego de un curso de preparación, cumplen así con su reincorporación económica. Al lado de ella caminaba otra mujer, con un niño de brazos, una muchacha alta, delgada, de piel morena. Rápidamente, me la presentó Carolina, como la compañera del excombatiente que habían asesinado hace unos días en el Putumayo. Tuve que preguntarle cuál de ellos, pues son varios los caídos recientemente.
Me precisó que hablaba de Lorenzo. La muchacha del niño sonrió con un dejo de tristeza. Sentí deseos de abrazarla y ponerme a llorar con ella. Ahora quedaba sola en el mundo, con un bebé para criar. Me explicaron que había venido hasta Bogotá con el propósito de tramitar que la asignación mensual del noventa por ciento de un salario mínimo que recibía su compañero, y que ya anunciaron termina en el mes de agosto, le fuera entregada en adelante a ella.
Entiendo que no es fácil. Yesenia, otra excombatiente cuyo compañero fue acribillado en Mesetas en 2019, ha librado una lucha por eso en varias instancias. La Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN, considera que dicha asignación es un derecho personal e intransferible, por lo que no pasa a nadie tras la muerte del beneficiario. Hace unos días un juez falló a favor de Yesenia, pero la ARN interpuso de manera inmediata una apelación contra la decisión.
Quizás cuánto tiempo pase para que Yesenia pueda al fin acceder a su derecho. Para la ARN, es decir para el actual gobierno, su aspiración debe parecer mezquina y exagerada. Pienso en ello cuando veo la nueva viuda dirigirse con su niño en brazos al vehículo que la llevará donde el abogado de Comunes, quien se echará al hombro la tarea de pleitear contra los juristas estatales. Para estos cada reincorporado asesinado debe ser un alivio para las finanzas del Estado.
Y tal vez eso tenga algo que ver con el elevado número de crímenes de aquellos. Apenas unos días después del asesinato de Lorenzo en Putumayo, hombres armados con fusiles ingresaron a la sede de la cooperativa rural de Puerto Guzmán, donde varios excombatientes desarrollan su proyecto productivo, atacando a tiros una reunión que celebraban sus afiliados. Allí cayó asesinado Jorge Santofimio, Jorgillo, un destacado dirigente y líder comunitario de paz.
Y desde luego, excombatiente en proceso de reincorporación. Sus dos hijos, niño y niña, también resultaron gravemente heridos por las balas. Casi a la misma hora, en Tuluá, Valle, el candidato de Comunes a la Cámara de Representantes fue objeto de un atentado con armas de fuego, al que de algún modo respondieron sus escoltas. El candidato salió indemne, pero uno de sus escoltas, también excombatiente en reincorporación, perdió la vida en los hechos.
Resulta verdaderamente admirable que Comunes esté en campaña política para Senado y Cámara en medio de semejante situación. Desde luego que el gobierno de Duque la minimiza, pese a los llamados del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de las salas de la JEP, que advierten sobre la pasividad de su gobierno frente a la ola de asesinatos. Creo que muy a conciencia la gente de Comunes obra siguiendo la enseñanza de Fidel Castro, quien ya viejo decía:
“Todo lo que se haga por los demás, todo lo que se haga por otros pueblos, todo lo que se haga por la humanidad, es lo que puede dar sentido a la vida de un revolucionario. Es lo único que nos permite poder sentirnos miembros de la familia humana”. Con seguridad que estos no son tiempos para andar conspirando con tomas del poder producto de insurrecciones armadas, o con la instauración del sistema socialista producto de una gran revolución popular. Basta con ver el contexto.
Pero nada puede tener más decoro que luchar contra el abuso y el hambre, contra la malvada estupidez de gobiernos como este y su partido. Por eso estoy y voto con Comunes.