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Por Sara Palmezano
Llegó pisando fuerte diciembre, el mes del jolgorio y la parranda, que suele ser también, para nosotras, las mujeres que padecemos enfermedades del alma, el mes de la nostalgia… ¡Cuánto duele hacer el recuento del año y ver la arrolladora máquina de heridas del pasado, que viene tratando de aplastar a su paso los atisbos de alegría que vivimos día a día!; ¡cuánto paraliza el temor de sentirnos incapaces de avanzar, de seguir, de luchar y de vencer a ese enemigo poderoso que se configura en el recuerdo de quien nos hizo daño!; pero también, ¡cuánto impulsa el sabernos vivas y resilientes ante tantos dolores, desafíos, y tristezas! Y es que, como mujeres, naturalmente somos revolucionarias, y re-existimos al combatir la desesperanza, la opresión histórica y sistemática, la inseguridad que nos produce una calle, una mirada, un mal chiste y un también mal llamado “piropo”. Somos una verdadera revolución en marcha, la de Policarpa Salavarrieta, la de Yira Castro, la de Margarita Villaquirá, y la de otras, muchas otras tantas, hermanas de lucha.
Y sí, somos las locas, las ninguneadas, las segundonas, las putas, las hembras, las campesinas, las negras, las indígenas, las mestizas, las diversidades, las que andamos con la frente bien en alto, las mujeres del común, las víctimas, las reincorporadas, las que caminamos la palabra de la paz, las que no nos rendimos nunca, porque sabemos que juntas sanamos, deconstruimos, construimos, proyectamos y transformamos. Somos las que ya no están, las que se fueron, las que se llevaron. Somos las que estamos, las que vienen en camino y las que más adelante vendrán. Somos las mujeres que decimos: “Aquí estamos y jamás, nunca jamás, nos van a borrar”.
Estamos en el último mes del año, el de siempre, el diciembre de las velitas, el de las novenas, los festejos, las promesas y claro, cómo no, el de las palabras de culminación y agradecimiento, expresadas en un supuesto, sonoro, jocoso y comprometedor “Feliz año”. Tras el ascenso de fuerzas políticas progresistas y/o a favor de cambios estructurales, donde verdaderamente se nos reconoce y asume como sujetas políticas, con incidencia real en todos los ámbitos de la vida y la política, es de esperarse y de lucharse que, en este nuevo año 2023, haya un accionar sensato y correspondiente a nuestra pelea histórica: que la paridad sea una realidad total y absoluta, que la brecha salarial por cuestiones de género sea erradicada, que se implemente plenamente la economía del cuidado, que haya garantías laborales, educativas, de salud, seguridad, movilidad, recreación y atención psicosocial para todas nosotras; que se nos reconozca en nuestra diversidad étnica, sexual y de género, que se nos respete la vida y que, así, muera por fin, en esta, nuestra tierrita dotada de alta gracia, el machismo opresor.
¡Ha llegado diciembre con su alegría y, con ella, la nostalgia, la resistencia y el compromiso de continuar en esta, nuestra lucha feminista![/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]