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Por Diana Grajales
Creo que uno de los dolores más grandes que puede sentir alguien en el corazón es la muerte de un ser amado. El fallecimiento de mi hermana Adriana Nariño en el año 2008 fue un hecho que marcó mi vida para siempre, pero sin duda también fue lo que me dio más convencimiento y fuerza para seguir luchando contra el Imperio y la postrada burguesía colombiana.
Después de casi 8 años he decidido dedicarle un sencillo homenaje a mi Negra que nace del alma y que siempre tenía en mente hacerlo, pero el intenso sufrimiento de saber que no la volvería a ver me quitaba la fuerza para realizarlo; era como si no aceptara la muerte de mi hermana menor.
Ella, una mujer bogotana con conciencia social, tomó la decisión de hacer parte de las FARC-EP dejando su amada familia y una sencilla pero cómoda vida, para unirse a miles de patriotas que luchan sin descanso por la construcción de una verdadera Colombia en soberanía y democracia. Son muchas y muchos los que como mi hermana han caído combatiendo pero que sin duda sus enormes esfuerzos y sacrificios nos motivan y nos llenan de moral. Sus nombres y vivencias hacen parte de la historia de resistencia del pueblo colombiano.
El esfuerzo de Adriana y la decisión de ser guerrillera es un ejemplo de la tenacidad de muchas mujeres que no aceptamos quedarnos con los brazos cruzados mientras miles de compatriotas mueren de inanición por la indiferencia del Estado. Adriana Nariño era mi hermana y una gran revolucionaria que murió por la paz que soñamos todos y todas. Una paz que se está consolidando.
Adriana mujer de temple y acero
Te fuiste con una sonrisa, asegurando que todo iba a estar bien.
– Cuídate que te quiero, mucha disciplina y fuerza, todo estará bien, muy pronto nos veremos –
Mi corazón latía intensamente en el momento del abrazo, del beso y del adiós, tus palabras llenas de amor quedaron en mi memoria eternamente.
Te alejabas, tu cabello negro y largo se balanceaba con el viento de una tarde sombría y lluviosa. Nunca más te volví a ver.
Una bala enemiga cegó tu vida, pero el último latido del corazón hizo emerger de ti la fuerza, la valentía; y ahora estás aquí en mí andar y en el caminar de miles de guerrilleros y guerrilleras que aún seguimos luchando y que no descansaremos hasta ver una Colombia con justicia social.
Hermana: nos forjamos juntas en las selvas y ciudades de nuestra patria al lado de increíbles personas que nos instruyeron sobre Revolución. Nuestras almas, siempre atadas al pueblo, asumieron el compromiso de Vencer o Morir. Hermana: has cumplido, porque aunque ya no estés con nosotros haces parte de este sueño que estoy segura conquistaremos.
Eres una hermosa guerrera fariana
Eres mi hermana de lucha y de sangre
Eres mujer combativa, constructora de sueños, amor y esperanzas
Eres descendencia del pueblo Muisca en resistencia, como el Cacique Tundama
Eres la mirada esperanzadora de los niños
Eres altruismo que desafía al Sistema consumista
Eres mujer libre anti-patriarcal
Eres alegría que susurra a mi odio para llenarme de paciencia
Eres recuerdo sublime que acompaña una mala jornada
Tú eres una colombiana rebelde que cumpliste con tu palabra: ¡Vencer o Morir! VENCEREMOS
Porque no queremos que más hermanos y hermanas mueran por la guerra
Vamos todos por la paz, a la calle por la paz.
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