30 Oct Comunicado
El día de ayer la trágica noticia de una masacre perpetrada en el corregimiento de Tacueyó, municipio de Toribío, conmocionó la conciencia nacional. El asesinato de una gobernadora indígena y cuatro comuneros, y las heridas causadas a seis más, constituye una reprobable aberración que condenamos con vehemencia, a la vez que nos solidarizamos con los familiares de las víctimas, allegados y comunidad en general.
El presidente Iván Duque se ha distinguido por no escuchar el clamor de paz de las comunidades en zonas que sufrieron de manera más profunda el conflicto social y armado y se ha mostrado de espaldas al cumplimiento del Acuerdo de paz. En su gobierno reaparece la macabra figura del paramilitarismo y los crímenes de Estado ejecutados de manera bárbara por unidades del Ejército Nacional, como los ocurridos contra el ex guerrillero de las FARC-EP Dímar Torres en el Catatumbo y, más recientemente, contra el indígena Jair Tompeta Paví en Corinto Cauca.
La ausencia institucional en todas sus manifestaciones facilita la proliferación de grupos que hacen justicia con mano propia y generan anarquía en los territorios. Esta situación en muchas ocasiones es aprovechada por fuerzas cuyo interés es mantener a Colombia en la guerra y el caos, como forma de prevalecer con su poder y privilegios. Como viene ocurriendo con el asesinato sistemático de nuestros compañeros firmantes del Acuerdo de Paz. El Estado colombiano es el primer responsable del genocidio del que están siendo objeto las comunidades rurales, especialmente la caucana, donde indígenas, campesinos y ex integrantes de las FARC-EP vienen siendo asesinados de manera cruel e inhumana.
De cualquier forma, rechazamos la agresión inclemente que se ensaña contra las autoridades del milenario pueblo Nasa, que como pocos ha resistido durante centurias al despojo, la explotación y el genocidio y cuyas comunidades han sido baluarte de resistencia y lucha por una paz democrática.
Siglos de guerra sufridos por el pueblo colombiano han arraigado una cultura violenta que debe ser desaprendida, y en su reemplazo edificar una cultura de solidaridad, tolerancia y paz. Para que nuestro país salga del crónico pantano de la confrontación, debe comenzar a resolver sus conflictos por la vía del diálogo civilizado. Ninguna causa justifica condenar a nuestro pueblo a la muerte y la desolación.
“El destino de Colombia no puede ser la guerra perpetua”.
CONSEJO POLÍTICO NACIONAL
FUERZA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA DEL COMÚN-FARC
Bogotá DC, Octubre 30 de 2019